El regreso de Ray a los malos pasos

Por la incertidumbre de la epidemia y otros episodios indeseados como la escasez y los apagones, Ray volvió a beber tras 20 años de abstinencia
El alcoholismo en Cuba puede incrementarse ante la incertidumbre de la epidemia
 

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“Alguien pasó la noche en la empresa eléctrica jugando con el interruptor de la corriente”, se lamenta Ray, de 80 años y vecino de calle Primera, en Jaimanitas, que estuvo sin beber por 20 años y hoy temprano en la mañana desayunó con un trago. 

“No pude dormir ni un minuto; por el calor, los mosquitos, el hambre. Quitaron la luz por lo menos 20 veces. Tal vez sea contrarrevolución o hijoeputá de algún desgraciado, para poner la cosa todavía más mala en medio de la epidemia”.

Cuenta que desde joven fue un alcohólico voraz y tragaba todo lo que tuviera alcohol.
“Hasta el perfume me tomaba. A los 59 años estuve al borde de la muerte y un día dije: ¡Basta! Entré a un programa de rehabilitación psiquiátrica, luego al grupo de Alcohólicos Anónimos Renacer, y la iglesia cristiana terminó de curarme”.

“Pero entre el coronavirus, la falta de dinero y de comida, y el gracioso que anoche no me dejó dormir quitando la corriente a cada rato, me doblegaron y recaí. Para colmo Jaimanitas amaneció sin agua y con tanto trasteo en el voltaje creo que el refrigerador se rompió, porque no enciende: ¿Consecuencia?, me compré un pomito de alcohol de farmacia y me caí a cañangazos. ¡Ahora si me cogió la pandemia!”.

Ray fue un joven rebelde que se desencantó temprano del socialismo. Trabajaba como jefe de un taller de mecánica en Ciudad Mar, Santiago de Cuba, y su alcoholismo lo llevó seis meses tras las rejas, en la prisión de Boniato.

“El ron me daba por fajarme. Cuando me metía cuatro leñazos ya estaba de pelea y cualquiera me servía. Nada más de imaginarme que alguien me miraba medio atravesado, le iba arriba y le daba con todo. Por el alcohol tuve muchos problemas. La rehabilitación me salvó. Reconozco que sin la iglesia y sin el grupo Renacer estuviera muerto hace rato. Pero anoche colapsé con el quita y pon de la corriente. Después, amanecer sin agua y sin comida. Si no me mata el virus que me mate el alcohol”.  

Varios vecinos de Ray también se quejaban de la noche anterior, del calor y los mosquitos, y por los equipos electrodomésticos sufriendo con las caídas de voltaje, pero la presidente del CDR de la cuadra llegó en ese momento y anunció que acababan de sacar detergente en la tienda, y todos se fueron tras ella. Ray quedó solo, con su pomo de alcohol.

“Yo quería ser bueno, hacer las cosas bien”, murmuró mientras se dio otro trago. “Veinte años sin beber, hermano fiel de la iglesia bautista, ejemplo en Alcohólicos Anónimos. Un esfuerzo de tantos años tirados por la borda, porque me conozco y sé que después de este pomito viene otro y otro y otro… y luego una bronca… y después otra… y hasta el coronavirus no paro. Solo quisiera saber quién estuvo de guardia anoche en la empresa eléctrica y quebró mi abstinencia, para rajarle la cara”.

 

 

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