"El hambre nos puede matar antes que el coronavirus": India

El mayor reto es mantener en casa una población de 1300 millones de habitantes, con fuertes hábitos comunitarios y una precariedad laboral que los mantiene viviendo al día
 

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La cuarentena obligatoria ya llegó al segundo país más poblado del mundo. El gobierno de India ordenó a sus más de 1300 millones de habitantes que permanezcan en sus casas durante tres semanas para frenar la propagación del coronavirus.

“Es imposible imaginar el costo que India tendrá que pagar si continúa su comportamiento irresponsable. El distanciamiento social es la única opción para combatir el coronavirus”, afirmó el primer ministro Narendra Modhi.

Aunque hasta este martes India había reportado 519 casos y 10 muertes (una cifra muy baja teniendo en cuenta su población y cercanía con China), un escalofriante modelo sugiere que el país podría llegar a unos 300 millones de casos, de los cuales cuatro o cinco millones podrían ser graves.

Pero el hecho de decretar un confinamiento total en el segundo país más poblado del mundo es un desafío titánico para las autoridades. Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), al menos el 90% de la fuerza laboral en India trabaja en el sector informal.

La mayoría no tiene acceso a pensiones, bajas por enfermedad, vacaciones remuneradas y no cuentan con seguro médico. Una gran parte de la población ni siquiera tiene cuentas bancarias, por lo que depende del dinero en efectivo para satisfacer sus necesidades diarias.

A todo esto, se suma el problema de la población flotante, es decir, personas que no viven en ningún estado durante un largo período de tiempo en el que se desplazan tratando de conseguir un empleo.


La necesidad de imponer medidas draconianas para frenar el virus tiene mucho que ver con lo abarrotado y densamente poblado que está el país. Con 450 personas por kilómetro cuadrado, India es uno de los países más densamente poblados del planeta.

Algunos de los estados pobres del norte, como Bihar y Uttar Pradesh, tienen casi el doble de personas por kilómetro cuadrado.

Los hogares indios suelen tener entre 4 y 5 personas por familia, en comparación con las 2-3 personas en una casa estadounidense promedio. Además, la mayoría de ellas tienen una persona mayor de 60 años, una menor de 18 y otras dos de edades intermedias.


Esto significa que tres generaciones a menudo viven juntas, por lo que una persona infectada en una familia implica la posibilidad de propagación generalizada en el hogar.

Luego está el tema del transporte público. Entre el 85% y el 90% de las personas que utilizan la concurrida red ferroviaria viaja en hacinados vagones de segunda clase. De ahí que cerrar los ferrocarriles, como ya hizo el gobierno, era una de las medidas necesarias para contener la propagación del virus.

Por otro lado, hay factores culturales que tampoco son favorables en tiempos de pandemia. Y es que la práctica de la religión en India es principalmente un ejercicio comunitario que se manifiesta a través de oraciones, congregaciones y funciones musicales religiosas.


Es por eso que el gobierno cerró todos los lugares de culto y anunció que “no se permitirán congregaciones religiosas, sin excepción”. Solo se salvan en parte los funerales, aunque el gobierno limitó su afluencia a no más de 20 personas.

Las implicaciones de un confinamiento total en India son enormes, económica y socialmente, por ser una nación donde la comunidad lo es todo y donde ir a un templo, mezquita o iglesia es parte esencial de la vida diaria de muchos.

Este tipo de medidas requieren una planificación precisa para garantizar que las líneas de suministro a más de 1300 millones de personas no se vean interrumpidas. Y que, como consecuencia, esto no genere pánico ni disturbios sociales.

 

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