El Carmelo, un barrio habanero donde gobierna el COVID-19

Para muchos residentes de El Carmelo, la medida de restricción sobre el Consejo Popular sólo ha supuesto una mayor presencia de militares. Siguen las colas y las calles desiertas
Panorámica de parte de El Vedado
 

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A pocos días de haberse impuesto el aislamiento social en el Consejo Popular El Carmelo del municipio Plaza de la Revolución a causa de la transmisión local del Covid-19, sus cerca de 27 mil habitantes han entrado es una especie de jet lag obligatorio.

Si bien el 2 de abril se decretaba que a partir del siguiente día a las 20 horas nadie entraba ni salía del perímetro si no era con salvoconducto, el periódico Granma, órgano del Partido Comunista, en su edición del 4 de abril, indicó que esa medida no será necesaria, así como que el transporte urbano no será interrumpido en la zona, contrario a lo anunciado.

Algunos vecinos del barrio no ven realmente un cambio en la medida de cerrar esa zona del Vedado.

"Lo único que cambian son dos cosas. Primero, que hay mucha más presencia militar, y segundo, que, si andas sin nasobuco en la calle, te ponen una multa de hasta 200 pesos. Por lo demás, siguen las colas a toda hora y las calles casi desiertas", le dice una vecina a la otra desde un balcón en un edificio de cuatro pisos en la calle 19.
 

 

Tampoco se han dejado ver desde hace días los vagabundos, "deambulantes en el argot del régimen". A los borrachos de esquina, o también los recogieron, o se encerraron en sus casas a desafiar la práctica de ser bebedores sociales.

Casualmente el día 3, horas antes de hacerse efectivo el comienzo del aislamiento, dos de estos "personajes" que caminaban rumbo a la famosa cafetería estatal Frankfurt, ubicada en las esquinas de 21 y 16, conversaban en tono apocalíptico sobre la situación. 

"Esto ya se nos fue de las manos", le dijo uno al otro. El segundo de ellos, al salir de la cafetería con cuatro botellas de ron, dijo. "tenían que haber cerrado hace días. Como en las películas de zombis, que ante la pandemia, y para que no se propague, encierran a todo el mundo y que se maten entre ellos".

"El ambiente está raro, sentirse un aislado social es casi un absurdo para el cubano, incluso uno se encuentra con algún policía e intercambia palabras, como si fuera un conocido más. Pero esta vez todo es distinto. Hay muchos rondando las salida y entradas. No miran a nadie, solo señalan y dan indicaciones. Hay patrullas dando vueltas las 24 horas y hay vallas puestas en algunas calles", comenta uno de los dependientes del Frankfurt.

Isabela, una estudiante de décimo grado de preuniversitario, que reside en Línea y 10, cuenta que se siente atemorizada por la rápida expansión del virus, y que a pesar de no salir de su casa hace días se planificó su propio aislamiento. 

"La escuela está parada y estamos en período de pruebas, cosa que a todos los estudiantes nos preocupa mucho. Mis días se basan en el estudio y lectura de varios libros, gracias a eso he descubierto que me gusta la poesía. Además, veo las teleclases para no perder las consolidaciones", explica Isabela.

Existe también en la población la duda respecto al hecho de las diferencias entre aislamiento y cuarentena

"Para mí las dos cosas son iguales. Basta con saber que hay que quedarse en casa y cuando se sale, no se toca ni se habla con nadie", dice una jubilada del sector bancario.

Los vecinos del Carmelo aseguran no saber cuándo podrán retomar sus rutinas. Por el momento, solo esperan que el coronavirus no cause más infectados ni muertos en su territorio.

 

Escrito por Abu Duyanah

Escritor y fundador de OnCrítica Ediciones. Periodista en La Voz del Islam en Cuba y en ADN Cuba.

 

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