Despidos en "El Cochinito" por utilización de frazada de piso en supuesta limpieza de mesas

Dos dependientes y una auxiliar de limpieza del emblemático restaurante fueron despedidos por utilizar una frazada de piso para “limpiar" mesas
Restaurante El Cochinito
 

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Dos dependientes y una auxiliar de limpieza del restaurante El Cochinito, en El Vedado, fueron despedidos por la utilización de la frazada con la que se limpia el piso para “limpiar” las mesas en las que comen los clientes, informó este domingo el Consejo de Dirección de la Empresa Restaurante Habana.

La acción negligente y antihigiénica acaeció el lunes 28 de febrero y fue presenciada por la periodista y profesora universitaria Iraida Calzadilla, quien la denunció en redes sociales luego de increpar a los trabajadores del restaurante, en un post replicado por la prensa oficialista.

Según detalló el Consejo de Dirección de la referida empresa en una nota publicada en Cubadebate, tras conocer lo ocurrido en El Cochinito se creó una comisión de trabajo que profundizara en todos los elementos expuestos en la denuncia y se reuniera con el colectivo laboral y los directivos del Restaurante.

En sus análisis e indagaciones, la comisión comprobó la ocurrencia del hecho denunciado, por lo que se procedió a aplicar varias medidas disciplinarias, entre ellas la “separación definitiva de la entidad a la auxiliar de limpieza y a los dos dependientes”.

También fueron degradados el capitán de salón, al administrador de la Unidad y el director de la Unidad Empresarial de Base.

El Consejo de Dirección de la Empresa Restaurante Habana calificó de grave el hecho y convocó a todos los colectivos de trabajadores de las distintas unidades empresariales a evitar que “estos y otros actos denigrantes resquebrajen el prestigio de la gastronomía”.

De acuerdo con la denuncia de Calzadilla, el lunes 28 de febrero, parada en la acera, vio una acción que le horrorizó y sobrecogió: “una empleada de servicios ‘limpió’ una mesa de las que dan directo a la calle con la frazada que pasaba en ese momento al piso y luego de exprimirla en un cubo de agua renegrida ante la aprobación de dos jóvenes dependientes sentados allí mismo”.

“Entré al restaurante –faltaba media hora para que abriera-, y sencillamente les dije cochinos e indolentes, que dónde íbamos a parar. Les hablé de la falta de respeto a los clientes y la deshumanización del acto. Y muchas cosas más”.

“Por respuesta tuve la risa de los tontos que solo saben defenderse con la burla. Sí, porque una siente que la miran como a la viejita peleona que se insulta y busca justicia por tan poca cosa”, narró la también doctora en Ciencias de la Comunicación.

Según su relato, la actitud de los negligentes cambió cuando se enteraron de que era periodista, al punto de que quisieron darle una explicación amablemente.

“No la acepté, no los escuché. No hay nada que justifique semejante acto de irrespeto a personas que inocentemente comerán en una mesa a la que se le pasó una sucia frazada de piso. Intolerable”, sentenció.

 

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