Pese a que la manifestación pública y pacífica es considerada ilegal y reprimida por el régimen cubano, habitantes de la isla se manifestaron durante septiembre hasta en 42 ocasiones, según un recuento dado a conocer por el Observatorio Cubano de Conflictos (OCC).
Proyecto autónomo de la sociedad civil apoyado por la Fundación para los Derechos Humanos en Cuba, el OCC destacó en su publicación que la cifra, además de significar que hubo más de una manifestación por día, conlleva a análisis que sugieren que la conflictividad nacional resultó muy sugestiva en el mes recién finalizado.
De acuerdo con el balance de la organización, 16 manifestaciones estuvieron centradas en los derechos económicos, sociales y culturales, con quejas y reclamos por la escasez de alimentos, el desabastecimiento en las tiendas que venden en las dos monedas nacionales (CUP y CUC), los apagones, las colas, represalias y censura contra artistas y profesionales.
Otras 26 se enfocaron específicamente en los derechos civiles y políticos. Diez de ellas fueron convocadas por miembros de la oposición, mientras que el resto, al igual que las 16 del primer grupo, “se llevaron a cabo de forma espontánea, por ciudadanos que sin ser miembros de la oposición expresaron su disidencia respecto a la situación imperante y la actitud del gobierno ante ella”.
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La espontaneidad popular, con independencia de su habitual activismo político o no, evidencia que cada vez más los cubanos pierden el ‘miedo’ a alzar la voz públicamente por su precaria situación.
“La idea de que los cubanos no se manifiestan públicamente contra la situación que viven queda cuestionada con la tendencia creciente a una mayor expresión pública de su malestar y demandas”, apunta el OCC en su informe, donde precisa que por manifestación pública define a aquellas acciones, de muy diversa índole, “que expresan de forma pública, sea de manera individual o colectiva, el rechazo ciudadano a disposiciones oficiales, instituciones o autoridades”.
“Ese rechazo y crítica pública puede ser expresión de protestas por temas políticos y de derechos ciudadanos o vincularse de forma directa a demandas populares en cuestiones sociales, económicas y culturales como son los problemas de vivienda, agua, alimentación, transporte y censura artística o intelectual”, agrega la organización sobre su concepto para contabilizar o no distintos eventos de queja o reclamo popular.
Según precisa, las manifestaciones pueden “tomar la forma de protestas callejeras, pintadas de muros, colgar carteles, corear consignas, negarse en público a cumplir órdenes policiales o administrativas, realizar una marcha, procesión, sentada o misa no autorizada, distribuir volantes, hackear sitios oficiales o crear otros falsos, repartir publicaciones impresas o digitales prohibidas, distribuir memes y chistes satíricos de las políticas gubernamentales y muchos otros más”.
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El análisis del OCC echa por tierra el mito de que el régimen cubano no cede ante presiones populares. Cinco de las manifestaciones contabilizadas, con una demanda clara y concreta, fueron exitosas en conseguir lo que exigían. De las cinco, tres fueron en La Habana y las otras dos en Ciego de Ávila y Holguín, respectivamente.
Dignas de destaque durante el mes fueron también las dos campañas nacionales llevadas a cabo por opositores. Una de ellas exige la libertad de Silverio Portal y ha logrado recoger más de 5 000 firmas online y 3 500 físicas dentro de Cuba, mientras que la otra, titulada Sin Campo no hay País e impulsada por la Liga de Campesinos Independientes y la Federación Latinoamericana de Mujeres Rurales (FLAMUR), ha tenido impacto visible en la conciencia de un grupo de economistas.