La burocracia del régimen cubano, ese que dice no dejar desamparado a nadie y ser la opción más “humanista” de desarrollo, dejó sin leche a un niño de dos años por más de un mes. ¿La causa? Priorizar papeles e indicaciones de las abundantes estructuras estatales antes que el bienestar y la alimentación de un pequeño.
Claudia González Hernández, residente en San Miguel del Padrón, pero con dirección de Playa, municipios ambos de La Habana, es la madre del niño. Según contó en una misiva a la sección Acuse de Recibo del oficialista Juventud Rebelde, ha vivido un auténtico calvario desde inicios de año por el “peloteo” al que la han sometido las diferentes entidades vinculadas a los alimentos normados de la libreta de abastecimientos.
En agosto de 2020, como no podía hacer el cambio de dirección oficial a su bebé desde Playa para la casa del padre en San Miguel del Padrón, por la COVID-19, fue a la Oficoda del primer municipio para al menos hacerle al pequeño un tránsito en la libreta del núcleo del padre.
“Hizo el tránsito del bebé para la Oficoda de San Miguel, y en lo que transcurrió de 2020 no tuvo problema con los productos normados del niño… hasta que en enero de 2021 fue a adquirir el primer envío de la leche para el bebé. El bodeguero le informó que al niño le habían dado de baja en la libreta de abastecimiento”, detalla la sección Acuse de Recibo.
González Hernández fue a la oficina del Carné de Identidad de San Miguel del Padrón a orientarse y allí le informaron que las Oficoda tenían indicado cerrar los tránsitos para definir esas situaciones. Le explicaron que tenía que hacer el cambio de dirección del niño y así lo hizo el 7 de enero, mismo día en que fue a la Oficoda de San Miguel del Padrón para dar alta al pequeño en la libreta del padre.
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Pensó que había tenido suerte, ya que le entregaron los vales para comprar los productos en la bodega piloto de su zona. No obstante, al ir a la piloto el bodeguero le dijo que para recibir la leche tendría que esperar al próximo envío, fijado para el 11 de enero, mientras que para el resto de los mandados la espera estaría determinada por la entrada de los mismos, ya que sólo habían llegado las compotas.
La angustiada madre regresó a la piloto el día 12, pero nuevamente fue en balde. El bodeguero le dijo que nada había llegado, salvo la leche. Aun así, no se la dio porque era sólo para los consumidores habituales.
Fue ahí cuando el peloteo a Claudia a través de distintas instancias se agudizó, mientras su niño seguía privado de la leche normada. Llamó por teléfono a Atención a la Población del Gobierno de San Miguel del Padrón, a la oficina de quejas del Mincin, a la de Oficoda en el mismo ministerio, a la Dirección de Comercio Minorista, a la oficina de Registro de Consumidores, a la Empresa Provincial de Comercio y hasta a Atención a la Población de la Fiscalía General de la República.
De una u otra forma, mala o buena, en todas las instancias se lavaron las manos con el asunto de Claudia y la leche y los mandados de su niño. El 1 de febrero, el esposo de la peloteada fue a la bodega donde compran a recibir los productos y la leche correspondiente a febrero.
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“El bodeguero le vendió solo la leche, y le dijo que los mandados no los podía recoger hasta después del 20 de febrero, ya que al niño se le dio alta el 7 de enero. Y en la bodega piloto, a estas alturas aún no han llegado los mandados ni la leche de enero”, agrega el artículo del Juventud Rebelde.
“¿Quién me tiene que dar respuesta?”, cuestiona Claudia en su misiva a la popular sección del medio oficialista, la cual envió también al Mincin, sin recibir respuesta hasta el momento.
“¿Nadie se sensibiliza con el tema? Estamos hablando de un menor de dos años. ¿Cuáles son los teléfonos asignados para presentar quejas? ¿Dónde quedan entonces las entregas de productos normados?”, pregunta la madre de una pequeña víctima de la burocracia estatal cubana, obstaculizadora en este caso de algo tan esencial como alimentarse.