La joven cubana Mileidy Martínez, residente en la ciudad de Sancti Spíritus, fue detenida por la policía del régimen por su intención de canjear un pomo de champú por un paquete de café, lo cual había manifestado en su perfil de Facebook, red social a la que muchos cubanos acuden para efectuar actos de trueque y sortear los embates de la aguda escasez que les sobrecoge.
"Cambio un pomo de champú por un paquete de café", escribió Mileidy en su perfil, sin imaginar que apenas tres horas después la policía irrumpiría en su domicilio para efectuar un registro y llevársela detenida.
Del hecho dio cuenta el medio independiente cubano 14ymedio, en el que la familia de la joven expuso con indignación lo que califica como una “desmesurada respuesta oficial”.
"Llegaron, le revisaron hasta el teléfono móvil y se lo decomisaron", contó un pariente de Mileidy al referido medio. "Aunque no encontraron nada más en la casa, porque realmente era solo un pomo de champú que tenía, que lo llevaba guardando hace un tiempo y decidió cambiarlo por café, de todas formas, se la llevaron", agregó.
El caso de la joven se suma a una larga lista de detenciones, registros y sanciones que el régimen está imponiendo contra aquellos ciudadanos que imagina “viven por encima de sus posibilidades” o “lucran con la necesidad del pueblo” en estos tiempos de coronavirus, crisis aguda y escasez.
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En el mismo barrio de la joven un panadero fue arrestado en un registro policial tras publicar, también en Facebook, una foto de una caja de cerveza que quería vender. "Les pareció sospechoso que él tuviera un auto Hyundai, pero eso no está prohibido y su familia en el extranjero lo ayudó a comprarlo", explicó una vecina a 14ymedio.
En la central provincia cubana, al igual que en el resto del país, muchos cubanos ven en el trueque una posibilidad de hacerse con aquello que necesitan, pero que no pueden hallar en las desabastecidas tiendas y comercios a los que pueden permitirse el acceso.
Sin embargo, para el régimen y sus acólitos, el trueque forma parte del “mercado negro” o informal, al que culpan, junto a roles informales que forman parte del mismo, como “coleros” y revendedores, de la escasez y el desabastecimiento generalizados en la isla.
“La represión policial contra los que se dedican a esos pequeños intercambios comerciales ha puesto en vilo a una ciudad que también lleva semanas atrapada entre los brotes de coronavirus y las limitaciones a la movilidad y a las compras en comercios estatales”, asegura la periodista de 14ymedio Mercedes García en su artículo sobre el caso de Mileidy y otros similares.
“A la vigilancia de colas y mercados se suma ahora el escrutinio de las redes sociales y los grupos de mensajería instantánea en busca de anuncios de compraventa”, agrega, una percepción plausible por los hechos que refieren varios vecinos por ella entrevistados.
"Están poniendo multas y llevándose presa a la gente por boberías", dijo a García un residente en la barriada espirituana de Colón. "Aquí cargaron con una vecina que estaba vendiendo el arroz que había comprado por la bodega, era su propia cuota, no se la había robado a nadie ni la desvió de ningún almacén estatal, pero se la llevaron y sigue detenida", detalló.
