Karelia Borrego denunció en redes sociales que su bebé no recibe desde hace dos meses la dieta especial para niños intolerantes a la lactosa que ofrece el estado cubano.
“Llevamos más de 45 días sin recibir la dieta de mi bebé de Fórmula Basal Establecida, en este caso, las 50 libras de malanga. Esta no es la primera vez que ocurre: han sido 2 años de exigencia y reclamación para la alimentación de bebés intolerante a lácteos”, declaró esta cubana en Facebook.
Reside en el municipio Playa, provincia La Habana, y según ella hay sólo dos pequeños con esta dieta especial en esa localidad.
Las autoridades del municipio están advertidas de lo que sucede, pero le responden diciendo que ellos no son responsables de la falta de alimentos, el problema está en que el estado no tiene cómo proveerlos.
“Antes de pensar como país tengo que pensar en la alimentación de mis hijos, teniendo que verme obligada a comprar la malanga en particulares hasta en 30 pesos la libra”, recordó Borrego.
A pesar de la impotencia de esta madre y el desinterés con que, de seguro, la trataron en las dependencias estatales a donde fue a pedir explicaciones, lo cierto es que en la isla la escasez llega a tales proporciones que probablemente los empleados tengan razón.
Prácticamente todo está en falta en Cuba: medicamentos, comida, combustible, piezas de repuesto, ropa, electrodomésticos… Mientras, el régimen se niega a las reformas promercado que podrían recomponer la maltrecha economía nacional.
A finales de enero, la youtuber santiaguera Ruhama Fernández realizó un recorrido en su ciudad por varios mercados estatales, de vendedores particulares y bodegas, y no encontró ningún alimento que pudiera adquirir.
La joven transmitió por su canal el periplo en busca, principalmente de arroz, y mostró como la mayoría de los establecimientos permanecen cerrados o solo ofrecen condimentos.
Mientras tanto, en las fotografías de la prensa oficial solo existen la abundancia y la opulencia; allí nadie pasa hambre. Una fotogalería del medio estatal Granma muestra una Cuba maravillosa, donde no faltan los mercados repletos de comida y pareciera que el coronavirus no hace mella.
El tope de precios decretado por el gobierno a lo largo del país ha propiciado que los trabajadores privados paralicen las ventas porque no tendrán ganancias. El llamado ordenamiento solo ha generado desorden.
Sobre este particular alertó, Ernesto Wong García, profesor de la Universidad de La Habana.
El catedrático publicó imágenes del agromercado de las calles 19 y 42 en La Habana, donde se observan los puestos totalmente vacíos. "Ellos deciden no vender nada, antes que vender a los precios fijados. Están secuestrando la comida de la gente ", añadió Wong García.
También a mediados de diciembre pasado, unos 15 cuentapropistas, que comercializaban carne de cerdo en el mercado de la Plaza, provincia de Sancti Spíritus, pararon sus ventas hasta