Fidel Castro, con rostro amenazante, mira desde un retrato puesto en lo alto del camión que avanza, entre banderas del Movimiento 26 de Julio, al ritmo de una conga gozosa de tambores y cornetas por una calle de Sagua la Grande. En la delantera del vehículo un cartel recuerda que… ¡Hoy es primero de Mayo!
La escena casi surrealista no es de un documental al estilo de Funeral de estado, la potente obra donde Sergei Loznitsa expone la macabra y carnavalesca ridiculez estalinista. La farsa criolla sucedió este viernes y es otra estampa de la cursilería castrista, la estética de un régimen que no construye el socialismo -en realidad, no edifica nada-, pero sí emite muchos discursos, organiza actos performativos públicos y da rienda suelta a la represión. Todo esto a pesar del avance de la pandemia del coronavirus.
Aunque por un lado el régimen impone multas y encarcela, amparado en la patente de corso que se ha dado a propósito del necesario distanciamiento social, cuando quiere escenificar el teatro del comunismo tropical exponen a trabajadores como títeres de un retablo.
En el camión de marras, los obreros de la empresa de Comercio y Gastronomía -nada más y nada menos- colocaron un cartel que debajo de la consigna obrera exhortaba: “Protégete”. Por una involuntaria operación de montaje visual, al pasar la vista de la tela a la mirada de Castro, el observador no sabe si hay que salvarse del coronavirus o del recuerdo de Fidel.
La “procesión del Comandante y el nasobuco”, que en Sagua debió ser saludada en las calles por los obreros, no fue el único acto de hoy. En Santa Clara, la capital de Villa Clara, hicieron que una veintena de personas, la mayoría ancianos, cantaran en una plaza aun con mascarillas sanitarias el himno de “La Intenacional”, para regocijo de los reporteros oficialistas que seguramente dejarán en esta jornada muestras de periodismo trash, valiosos documentos de nuestro ridículo nacional para un día futuro.
Vísperas de la fecha, en el poblado de Sandino (Pinar del Río) una caravana con decenas de motocicletas recorrió dando bocinazos las calles, acompañados por funcionarios, militares y representantes de organizaciones políticas. Los habitantes de la comunidad surgida por la concentración de familias campesinas, que fueron obligadas a desplazarse de las montañas del centro cuando las guerra entre la naciente Revolución y grupos armados opositores, debían “hacerle saber al mundo” que agradecían la “Salud pública cubana”.
“Su recorrido en motocicletas por toda la ciudad estuvo acompañado de vítores desde balcones y portales. Justo a las 9 p.m. se unieron al aplauso gigante de los sandinenses al personal de Salud que enfrenta la COVID-19 en Cuba y otras tierras del mundo; y a todos los trabajadores en vísperas de su día”, escribieron en las redes de la emisora local.
A cientos de kilómetros de allí, en el Centro de aislamiento instalado en la Universidad Central Marta Abreu de las Villas, hubo formación de personal sanitario, a menos de los seis pies de separación recomendados, para dar vivas a la Revolución que los explota. Mientras, quien quisiera quedarse en casa, debía esquivar a los activistas y funcionarios que animaban a dar muestras inequívocas de apoyo a la dictadura. Al menos una bandera en la ventana, o un grito de júbilo en la puerta con niños incluidos, habría que exhibir para tranquilidad del Comité de Defensa de la Revolución.
Mientras, en la comunidad Camilo Cienfuegos, del municipio de Consolación del Sur, pusieron a personal sanitario a desfilar por las calles, con la banda sonora del grupo Buena Fe, que de a poco viene sustituyendo a Silvio Rodríguez como rapsodas oficiales, con menos imaginación y poesía que “El Necio” trovador.
El poblado rural, uno de los primeros en cuarentena por coronavirus, también se escucharon trompetas de fanfarria y hubo periodistas estatales y veteranos de milicias y nuevos combatientes del Ministerio del Interior dando gracias a Fidel por nada.
Irónicamente, en la tribuna, un hombre con “nasobuco” y vestido como doctor, llamó respetar el aislamiento social y todas las medidas para contrarrestar la pandemia de COVID-19. Pero eso sería luego del 1 de mayo. Porque este día glorioso, en que los trabajadores del mundo exigen derechos, un gobierno tan lejos del obrero y tan cerca de los extranjeros que invierten en Cuba, había mandado a marchar para aplaudirse a sí mismo.
Este viernes, temprano, la pareja presidencial de Miguel Díaz-Canel y Lis Cuesta envió una muda imagen de tranquilidad a su pueblo. La foto que circuló en redes sociales los mostró dentro de una casa, con pulcras mascarillas sanitarias, nuevas y blanquísimas, sobre las que imprimieron la “marca país”: un logo de Cuba que promociona el turismo hacia la “isla socialista”.