La escritora cubana Katherine Bisquet, una de las acuarteladas de San Isidro, dedicó un poema a la joven periodista Karla María Pérez, quien quedó varada en Panamá luego de que el régimen castrista le impidiera entrar a su país, por lo que debió pedir refugio político en Costa Rica.
“Hoy es el día internacional de la poesía. No hay nada qué celebrar, que sea la poesía útil entonces, que sirva para lo que es creada, para salvar”, comenzó su dedicatoria Bisquet, quien ha sentido sobre sí la represión mediante detenciones violentas y cercos policiales.
“Este poema lo acabo de escribir, no porque hoy es el día de la poesía sino porque una amiga ha sido desterrada. Aquí tienes mis versos Karly. También lo tienen todas las cienfuegueras, estén donde estén”, añadió la escritora en su Facebook, natural de la ciudad del centro sur de la isla, como la periodista y colaboradora de ADN Cuba, desterrada por sus ideas políticas.
Tras concluir sus estudios en la Universidad Latina de Costa Rica, Pérez había planificado volver a la isla para reunirse con su familia y seguir realizando su labor de reportera y como editora de ADN Cuba.
Pero en el aeropuerto de Tocumen, —escala antes de aterrizar en La Habana—, mediante un audio enviado a los directivos de Copa Airlines, un funcionario del régimen advirtió a la aerolínea que la joven de 22 años no podía regresar a Cuba.
Lea también
Por su parte, Katherine Bisquet nació en la malograda Ciudad Nuclear (Cienfuegos), en 1992. Es una premiada poeta y editora, que se graduó en la Facultad de Artes y Letras de La Universidad de La Habana. Entre sus publicaciones está el libro de poesía Algo aquí se descompone (2014).
Bisquet ganó a finales de febrero la beca de creación Antonia Eiriz 2021, del Instituto Internacional de Artivismo Hannah Arendt (Instar), para que desarrolle su proyecto de libro Los Mojados.
Porque Cienfuegos es una ciudad muy débil
Y una pérdida más puede significar su deshacimiento,
Una vez le escribí a una amiga que amo con locura
Cuando decidió perderse por los bosques de Serbia.
Pero ella decidió perderse y tú solo querías regresar.
Ella decidió que esa ciudad muriese y tú solo querrías salvarla.
Yo he querido muchas veces que ese lugar se fundiera algo más con el mar de la costa del sur.
He querido, incluso, olvidarla.
Y tú me decías, nos vemos pronto allá.
Y yo me preguntaba, allá dónde.
¿Dónde uno se encuentra en los lugares que ya no existen?
En los lugares que uno se logra arrancar.
Y he pensado mucho en ti en estos días
Porque nunca es real el exterminio cuando realmente te lo quitan todo
Nunca es más real el infinito
Cuando te lo acortan, y te convierten tu casa en pequeños compartimientos,
En closets, gavetas, habitaciones, malecones, cuartos, una punta de ciudad donde se ve la bahía en toda su extensión.
A ti te han estrechado tu casa,
Un cubículo pequeño presto al desalojo.
Yo pudiera contarte muchas cosas,
De las temporadas de las frutas, de los mangos de Juraguá,
Me llegan los olores al punto más leve de mi azotea custodiada.
Y quisiera contarte de ese recuerdo,
De eso que me llega desde nuestra casa vedada.
Del recuerdo cubierto por capas y capas de las tierras rojas.
Podemos imaginarlo juntas,
Y poder pensar en la libertad de reconstruir desde esa misma raíz de las matas de mangos,
Todo lo que aún queda bajo la tierra.