“Nadie es amigo de nadie”: las peripecias de una “mula” con experiencia

Una cubana de 38 años que se dedica a comprar mercancías en el extranjero para revender en Cuba, cuenta las peripecias y experiencias de sus viajes de "mula"
“Nadie es amigo de nadie”: las peripecias de un “mula” con experiencia
 

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La esperaba junto a su hermano en las afueras del Aeropuerto Internacional José Martí. Hacía solo unos minutos que Diana había llamado para anunciar que estaba en Cuba, que ya había bajado del avión. 

Ella es una de las llamadas “mulas”, y reside en la ciudad de Cienfuegos. Venía cargada, nunca había visto cosa igual y me pareció buena idea entrevistarla, sobre todo para tener una noción de las peripecias de una cubana, que se las ingenia para poder salir adelante y llevar una vida digna.

Viajo sola a México hace muchos años— cuenta Diana a ADN CUBA- desde el principio fui sola, y te juro que nunca tuve miedo de nada. Para una mujer es muy difícil, sobre todo por la cantidad de maletas que tenemos que arrastrar, o los gusanos (maletines de grandes dimensiones) o los sacos atestados de ropa y otros productos”.

Diana, de 38 años, se lanzó a la aventura, y no solo a México, sino también a Panamá, Perú y Guyana. De cada país tiene múltiples historias, malas, buenas y regulares, pero al decir de ella, solo son historias…

En México he pasado trabajo, claro que sí, me he encontrado en Cancún, que es donde consigo cosas muy baratas, con gente que te ayuda, pero también con maleantes que quieren sacar provecho de tu situación. Allí nadie es amigo de nadie y si ven la oportunidad de estafarte lo hacen con los ojos cerrados. Una vez me vine a dar cuenta en Cuba que me habían robado una docena de perfumes de la marca Freisher, que son muy codiciados”.

 

 

Para una mujer como Diana, de temperamento fuerte a simple vista, esto es “pan comido”, pero cuenta que ha pasado sustos en esos países donde el cubano pasa a ser solo un inmigrante-comerciante y muchas veces es mal mirado.

Una vez en Perú tuve que ponerme fuerte en un mercado al que van la mayoría de cubanos a comprar. Este sitio se llama Kimbiri Moda, una tienda de ropa al por mayor y mientras hacía una compra de una docena de vestidos de mujer, vi por un espejo como, una empleada del local, me sacaba de mis bolsas la misma ropa que estaba comprando. Y ahí saqué yo el mal carácter de las mujeres cubanas cuando nos buscan las cosquillas”— dijo entre risas.

Diana explica que “en los mercados puedes encontrar de todo, desde un alfiler, hasta un refrigerador. Es bochornoso que una cubana como yo, de a pie, tenga pasar tanto trabajo, poniendo hasta en riesgo mi vida para comprar lo que en Cuba no hay. Pero supongo también que es una buena oportunidad para los emprendedores”.

La Aduana General de la República de Cuba mantiene vigentes un grupo de regulaciones relacionadas con el pago de aranceles y las importaciones de mercancías sin carácter comercial por parte de los viajeros.

¿Dime qué cubano que viaje no trae artículos para vender?— dice Diana— Hace 4 años casi que vivo en el aeropuerto y los he visto desde ciudadanos españoles hasta ciudadanos americanos trayendo cosas para revender en Cuba, porque aquí no hay nada.

A veces las leyes aduaneras nos aprietan demasiado y no se dan cuenta que quienes estamos salvando un poco la escasez que hay en el país somos nosotros las ‘mulas’, que vuelvo y repito, nos jugamos a veces hasta la vida en esos países. ¡Coño, chico, y eso no se valora en mi país, que una mujer como yo quiera levantar un negocio de grandes dimensiones!”.

Los cubanos y hasta extranjeros viven en ocasiones un calvario a su llegada a Cuba. Los trabajadores del aeropuerto se las ingenian para sacarte hasta la última gota de sudor.

 

 

Recientemente, al regresar de uno de mis viajes a Panamá, tuve que pagar en la Aduana de Cuba 500 CUC exactos, según ellos, por exceso de equipaje, que solo se pasaba en 14 libras..., pero como con ellos no se puede discutir porque siempre tienen la razón, decidí dejarlo así y pagar ese dinero. Como yo, diariamente hay personas que pagan cifras inmensas por sobrepeso. ¿Solo quiero saber a dónde va ese dinero?, porque cada día solo en el aeropuerto José Martí de La Habana son miles de dólares lo que se les saca a los que viajan.

También está el tema de los ‘amigos’ que haces en el aeropuerto, esos que cuando te ven enseguida quieren ayudarte a pasar tu equipaje por 20 dólares. Yo he acudido a ellos muchas veces porque si no es demasiado el dinero el que tengo que soltar en la pesa”.

Los Almacenes Palco, es un sitio obligatorio para aquellos cubanos que envían por barco las “cargas pesadas”, sean Split acondicionadores de aire, motos eléctricas, consolas, neveras, refrigeradores y otros equipos de uso doméstico. Diana cuenta que también ha sufrido abusos allí.

Hace dos años perdí dos aires acondicionados, cuando estos estaban de moda, porque ahora los que se venden son los Split. Una de las tantas personas que me atendieron aquel día me dijo que yo no podía sacar aquella carga de allí porque había excedido el peso estipulado. Lo que tenía era que haber llevado un martillo para entrarle a martillazos a los equipos que había comprado en Panamá”.

Sobre los precios de algunos productos, Diana dice que “los Split, en estos momentos, se pueden vender hasta en 600 CUC, a veces hasta en 650; las neveras pequeñas están por ese precio, y la ropa varía mucho, pero yo trato de venderla más baratos que los demás para poder salir rápido de ella.

También traemos productos para el hogar como jabones, pasta dental, máquinas de afeitar y también, al menos yo, traigo artículos por encargos, ya sea una Laptop, celulares, bicicletas u otros¨.

Diana siempre ha viajado sola porque “es mejor andar sola que mal acompañada, además de que el que solo la hace, solo la paga”.

Así piensa una cubana más, una de las “mulas” que viajan y arriesgan mucho en países con culturas diferentes. Estas personas, de una forma u otra, ayudan a paliar el desabastecimiento comercial de un país en crisis.

 

 

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