Lo que en cualquier lugar del mundo es un derecho o algo perfectamente normal, en la Cuba gobernada por el castrismo es noticia. Por ejemplo, que las personas puedan comprar unos pedacitos de carne de res, como sucedió en el municipio Palma Soriano, de Santiago de Cuba.
El régimen anunció a mediados de abril una serie de medidas para “potenciar la producción de alimentos”, entre ellas la autorización a que los campesinos comercien por su cuenta la carne de res que producen, así como la leche y sus derivados, aunque con condiciones.
Dos meses después, en la prensa estatal aparecen las primeras “experiencias” de este tipo, presentadas como logros y avances, pero que no son más que un triste recordatorio del atraso de seis décadas en que cayó la nación.
Según un artículo publicado en el periódico comunista Sierra Maestra, el campesino Rolando Pupo Madrigal, de la cooperativa Niceto Pérez, es uno de los 15 productores autorizados en Palma Soriano a “comercializar y autoabastecerse de carne bovina”, tras cumplir con la entrega de estos recursos a Estado.
A Pupo Madrigal le permitieron comercializar “por la libre” tres toros con un peso mayor a los 500 kilogramos cada uno y ofreció otro en donación para los hogares de ancianos, maternos y de niños sin amparo familiar.
Pero la venta, a pesar de ser “liberada” según el régimen, fue normada a solo 5 libras de carne por persona. Aun así, en medio del desabastecimiento general que se sufre en la isla, los cubanos lo agradecen pues ven un escape momentáneo al hambre. Alegna Ochoa, una madre y trabajadora, dijo: “Ojalá siempre esta oferta estuviera a nuestro alcance”.
Por su parte, Esteban Rodríguez Yero declaró que “esta es una oportunidad que hace tiempo los cubanos esperaban y llegó el momento. Hace falta que los ganaderos se estimulen y así se le pueda vender con sistematicidad más carne bovina al pueblo”.
Según el Sierra Maestra, el ganadero decidió vender a 90.00 pesos cubano la libra de carne y a 70.00 pesos la carne con hueso, por debajo del precio topado impuesto por el Estado, de 124 pesos la libra.
Régimen da migajas
Solo una crisis profunda y una tensa situación social movió a los dirigentes castristas hacia algunos reclamos que han hecho los agricultores y la población durante décadas, y que dichos en cualquier lugar del mundo parecieran una obviedad.
A mediados de abril, luego de una reunión de Miguel Díaz-Canel y otros jerarcas del gobierno, la prensa estatal informó que “se autoriza la venta liberada de leche y sus derivados a partir del cumplimiento de indicadores establecidos por la ganadería, la calidad e inocuidad y el plan de entrega contratada; así como la comercialización de carne de ganado menor y mayor”.
No obstante, el productor privado no puede disponer a plenitud de los animales y de lo que ellos se obtienen, aunque formalmente les pertenezcan. La venta de carne de res, equino y otros reglones ganaderos, solo sería legal “después de cumplir con el encargo estatal y siempre que se garantice que no haya decrecimiento de la masa ganadera”, reportó Cubadebate.
El anuncio fue recibido sin demasiado entusiasmo. “Es una muestra del poco respeto que siente la cúpula gobernante por el pueblo cubano y lo poco que están dispuestos a ceder aun cuando se encuentran con el agua al cuello”, opinó el periodista y académico José Raúl Gallego.
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“O sea, en pleno siglo XXI estos ineptos presentan como un logro lo que en la época medieval podían hacer los siervos luego de que pagaban el tributo a los reyes”, añadió.
“Confiamos en nuestros productores; en nuestra empresa estatal, que se tiene que fortalecer; en el sector cooperativo; y en nuestro campesinado, porque ustedes son actores que nacieron y se desarrollaron con la Revolución, que se dignificaron con la Revolución, y ustedes también le han aportado a la Revolución”, dijo Díaz-Canel y habría que preguntar si alguien le creyó. Lo cierto es que nada como el castrismo ha sido tan efectivo para destruir la agricultura y el ganado en Cuba.
En la isla la carne de res se convirtió en un verdadero lujo que hasta ahora podía costar la cárcel durante varios años a los cubanos, por venderla o comprarla ilegalmente, aunque el régimen ya la ofertaba en algunas de sus tiendas MLC, que venden en dólares.