Un nuevo asentamiento de personas sin vivienda apareció en los Jardines de La Polar, luego de que habaneros olvidados por el gobierno cubano decidieran fijar sus reales ahí para sobrevivir.
El colaborador de ADN Cuba Héctor Luis Valdés compartió con nuestro medio las imágenes del lugar, un antiguo espacio de recreación, hoy marchito y olvidado, cerca del cual pasa el río Almendares. Se encuentra en Puentes Grandes, en el municipio Marianao, La Habana, y fue un parque de influencia modernista inaugurado en 1911, cuando "La Habana era La Habana", al decir de los viejos, una urbe cosmopolita y próspera.
Hoy de esas glorias quedan polvos, como se aprecian en las ruinas del lugar, y en estos nuevos moradores, cubanos que han sido orillados a la miseria por un país cada día más pobre y un sistema incapaz de generar bienestar.
Los habitantes del asentamiento —que prefirieron mantener el anonimato ante nuestras cámaras— utilizan ese curso de agua para sus necesidades, probablemente sin saber que está contaminado, o aun sabiéndolo, pues no tienen otra opción: ninguno cuenta con servicio de agua potable.
Tampoco tienen electricidad —sólo algunos hogares—, y las casas, como aparecen en las fotos que comparte ADN Cuba con el público, son algo más que chozas, donde malviven no menos de 20 familias.
Hay niños, ancianos, mujeres… todos fueron a parar allí no porque quisieran, sino porque carecían de una vivienda digna y el gobierno no está en condiciones de brindárselas. La situación del fondo habitacional en Cuba es una de las más acuciantes: miles de familias carecen de un hogar decente donde pasar sus días y sus noches.
Según informó Valdés a nuestra redacción, la mayoría de los que están allí sufrieron algún derrumbe de su antigua casa o están en peligro de perderla. Muchas familias tienen niños pequeños.
Como en otros suburbios de América Latina, además de la insalubridad y la precariedad, sus habitantes deben lidiar con la inseguridad. Los vecinos contaron a nuestro reportero que, un poco más allá del río, hacia las profundidades de la arboleda, no son raros los asaltos.
¿Qué obliga a una persona a tomar ese camino y vivir, sin temor a la exageración, tal vez con menos comodidades, comida, y condiciones higiénicas que un colono del siglo XVIII? La desesperación.
Un país que se derrumba
Datos oficiales, recogidos por el gobierno cubano, aseguran que el déficit de viviendas en la isla es de 800 000. Cada año, más y más casas se derrumban o son abandonadas por sus habitantes, debido a décadas de abandono y la fala de recursos para mantenerlas.
Las construcciones del Estado, por otra parte, no cubren la demanda anual. Según la agencia estatal de noticias Prensa Latina, al cierre de julio de 2020 se terminaron 20 512 viviendas en Cuba, el 62 % de las previstas para 2019. Para el segundo semestre la meta era alcanzar más de 22 000.
La construcción de viviendas por cada 1000 habitantes disminuyó de 6,1 en 1989 a 3,6 en 2005. En 2006, se construyeron 111 400 nuevas unidades y la proporción subió a 9,9, ambos récords históricos. Pero esas cifras fueron infladas, pues incluyeron viviendas edificadas anteriormente que recibieron ese año una habilitación para la ocupación, así como viviendas en construcción.
Después de 2006, la construcción de viviendas bajó constantemente hasta 22 100 en 2016, mientras que la razón de unidades construidas por 1000 habitantes disminuyó de 9,9 a 1,9.
El presidente del Instituto Nacional de la Vivienda, Víctor Ramírez, declaró en 2008 que 1,17 millones de viviendas (30% del inventario) estaban en condición “regular” o “mala” y que el 85% de las unidades con más de tres pisos necesitaban reparaciones fundamentales, pero la falta de materiales de construcción lo impidió.
El historiador de la ciudad de La Habana, Eusebio Leal, que fielmente reconstruyó parte de la zona colonial, afirmó en un programa de televisión que 60% del fondo habitacional se encontraba en condiciones pobres.
También aseguró que había un promedio de tres derrumbes diarios, y que si uno de los huracanes de 2008 hubiese azotado directamente a la ciudad, habría sido necesario declarar la ley marcial; un argumento a fin de solicitar 1000 millones de CUC para la rehabilitación de miles de viviendas en la zona colonial.