El director de teatro cubano Yunior García Aguilera propuso multar a los ministros y funcionarios del régimen que resulten ineptos y digan “disparates” en la televisión nacional, de esos que atentan contra la dignidad del pueblo.
“El próximo funcionario que salga en la Mesa Redonda soltando un disparate de esos que humillan y laceran la dignidad de las cubanas y cubanos, debería recibir, como mínimo, tres mil pesos de multa”, afirmó García, probablemente en alusión a la ola de críticas y molestia que desató la participación del ministro de Industria Alimentaria en la edición del pasado miércoles del referido programa.
En su perfil de Facebook, el dramaturgo afirmó que criticar sólo las estupideces que dicen los gobernantes de otras naciones y callar ante “cualquier barbaridad que diga uno de nuestros funcionarios”, o peor, salir “a defender lo indefendible”, es presbicia política, algo que por el bien de Cuba no debe cometerse.
“Ser agradecido no significa aplaudir la ineptitud. Eso no solo contribuye a mantener a los idiotas en cargos decisorios, también empaña el buen trabajo de los que sí se esfuerzan por sacar adelante a un país, de los que sí están calificados para ocupar responsabilidades, de los que sí saben ganarse la admiración y el respeto de quienes los acompañan”, dijo García.
“La franqueza no debería tener ‘canales establecidos’. La honestidad merece, hermana, hermano mío, vía libre”, sentenció.
La emisión del miércoles 9 de septiembre del programa castrista Mesa Redonda contó con la participación de Manuel Santiago Sobrino, ministro de la Industria Alimentaria (Minal), quien mostró como un “logro notable” en medio de los obstáculos de siempre y la pandemia la recuperación de “dos millones de metros de tripas de la res y del cerdo”.
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El funcionario afirmó que “eso no es de países pobres, eso es un aprovechamiento cárnico de países desarrollados”. Y dijo más. Cínicamente, Sobrino Martínez espetó que “hay cultura en Cuba de consumir 'eso'”, con lo que, aseguró, “se hacen excelentes productos, se sustituyen importaciones”.
En su defensa de la tripa, el ministro no mencionó que el ciudadano común no puede comprar, ni barato ni caro, porque se pierden por largas temporadas, carne de cerdo y mucho menos de res. El supuesto gusto del cubano por las tripas no es si no un signo de miseria.
Por ahora, “de esa tripa hoy aprovechamos el 18%”, pero mucho mondongo que tendrá el pueblo a la mano, según el ministro, porque “estamos incorporando varias máquinas, equipamiento construido ya en nuestra propia industria, más eficientes, para poder llegar a más cantidad de metros” de vísceras.
La exhibición de tal “logro” del régimen para la alimentación del pueblo ha desatado numerosas burlas y muestras de indignación, similares a las que provocó el presidente designado de Cuba, Miguel Díaz-Canel, con aquello de la necesidad de limonada y guarapo, sin cuestionarse la de alimentos más demandados y que hace tiempo no forman parte habitual de la dieta del cubano.