Si la información no partiera de una fuente oficialista, lo más seguro es que los mismos de siempre la señalarían como otra mentira más pagada por el imperialismo.
Por absurdo que parezca, Miguel Mendoza Mendoza, vecino de Calzada de San Miguel del Padrón no. 1422, entre 3ra. y Manuel González, Reparto La Rosalía, en La Habana, desde el 13 de junio ha enviado más 20 correos a Fincimex y hasta este 10 de septiembre aún no había recibe respuesta sobre una transacción.
En carta dirigida al periódico oficialista Juventud Rebelde, Miguel Mendoza relata que desde el 13 de junio pasado hasta este 7 de septiembre de 2020, ha enviado al departamento de aisremesascuba.com por medio del correo electrónico info@aisremesascuba.com, un total de 22 correos, en solicitud de ayuda para transferir un dinero que tiene depositado en el Banque Atlantique de Benín a una tarjeta AIS que solicitó a Fincimex en octubre de 2019, y no ha recibido respuesta.
Precisa que el 20 de agosto recibió una notificación que decía: Si usted se ha comunicado con nosotros anteriormente, no hemos recibido sus mensajes. Le pedimos disculpas y le sugerimos se comunique con nosotros a través de ese mismo correo y lo atenderemos con mucho gusto.
Agrega Mendoza que luego de eso y hasta el momento en que redactaba la carta, había enviado al departamento de aisremesascuba.com otros seis correos, pero no le había contestado ni una sola vez.
"Soy cliente de Fincimex y creo tener derecho a recibir un trato justo y respetuoso. Le he entregado todos mis datos personales, que incluyen nombre y apellidos, número de la tarjeta AIS, sitio web de la tarjeta, dirección particular y correo electrónico. No me han respondido porque no han querido".
Lo mínimo a lo que tiene derecho un cliente es a que se le atienda, a que se le informe, cuanto más a que se le dé una solución, la que en este caso solo puede brindarla Fincimex, entidad que emite la tarjeta AIS para la recepción de remesas enviadas desde terceros países, tarjeta que en medio del desabastecimiento que sufre el país, se ha vuelto prácticamente de uso obligatorio, pues posibilita a quien la posea, la adquisición de productos de primera necesidad, y otros, en las controversiales tiendas que operan en moneda libremente convertible.