En los últimos días ha suscitado polémica entre los cubanos la creación por parte del régimen de un grupo de choque con más 22 000 miembros para enfrentar a coleros, revendedores y acaparadores.
De un lado están los que ven con buenos ojos esta medida, como si padecieran del síndrome de Estocolmo, y del otro los que creen que con esto la administración de Miguel Díaz-Canel solo busca contar con un grupo de civiles que le sirvan para hacer frente a un posible estallido social, debido al gran descontento que reina en la población.
Este 8 de agosto el diario Granma, principal medio de propaganda del Partido Comunista de Cuba, publicó otro artículo sobre los coleros, no sobre el desabastecimiento en las tiendas y establecimientos comerciales en pesos convertibles (CUC), y mucho menos sobre la hipócrita abundancia de las tiendas en moneda libremente convertible.
La redactora del texto, luego despellejar a coleros, revendedores y acaparadores, pondera las nuevas brigadas de choque, las cuales recuerdan un poco a aquellos grupos "civiles" que a golpe de palos, tubos y cabillas dispersaron las manifestaciones de agosto de 1994, al punto de sugerir que gracias ellas ya se acabaron las colas.
"Quizá no encuentre lo que busca en las tiendas, pero al menos –como nos sucedió a nosotros en casa– no será el número 200 en una cola en la que, ahora, hicimos el 2".
Burda manipulación esta. ¿Quién se puede creer que en cada cola de las miles que abundan en el país los primeros 200 o 199 integrantes son o eran coleros? Solo en el discurso oficialista cabe semejante absurdo.
Y como si no fuera suficiente, Yisell Rodríguez Milán, quien es la autora del texto de Granma, mete en el mismo saco a todos, al punto de decir que embarazadas y ancianos forman parte de lo que en otras ocasionas el régimen ha señalado como un andamiaje que asemeja un grupo del crimen organizado.
"Yo he visto 'coleros' y 'coleras' blancos, negros, embarazadas y viejitos, y considero que ninguna de sus características los hacen defendibles ante lo que realizan, en tanto, con su acaparamiento, dañan las posibilidades del resto del pueblo para conseguir lo que urge", y esto lo dice pasando por alto la realidad de este asunto: el desabastecimiento. Incluso olvida las palabras del propio Díaz-Canel, quien recientemente dijo:
"No se está actuando contra el anciano o la persona humilde que necesita hacer la cola una, dos y tres veces para resolver sus problemas, aquí no estamos actuando contra el que hace la cola".