El mundo atraviesa una de las mayores crisis vistas en los últimos tiempos. La pandemia provocada por el coronavirus demuestra la fragilidad humana y pone en una misma línea de miedo y caos tanto a personas de derecha como de izquierda. Ante la muerte, todos somos iguales.
Cuba no ha escapado a la amenaza. Hace tan solo unos días miles de personas reclamaban en las redes sociales la necesidad de que cerraran las fronteras, pues podía ser demasiado tarde. Aunque finalmente esta medida fue acatada ya el contagio por personal extranjero dentro de la Isla se hacía una realidad. En estos momentos existe la confirmación de 48 casos, ¿Serán sólo estos? No lo sabemos.
Bajo todo este caos el pueblo cubano no parece reconocer la inminente amenaza. Las posibilidades de un contagio masivo pasan desapercibidas. Quizás porque el mensaje más claro que ha ofrecido el gobierno hasta ahora es que “hay que mantener la calma”, aunque el mundo grite, en Cuba “estamos bien, todo está controlado” …
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Mientras tanto, aumenta la aglomeración de personas en las calles de La Habana. La población se hace más vulnerable al contagio, pues ante la posibilidad de que se declare un período de cuarentena y no se pueda salir de las casas, la gente desesperada intenta comprar la poca comida que hay en las tiendas. La mayoría de las veces solo se encuentran estantes vacíos.
Muchos nos preguntamos qué será de nosotros cuando la situación empeore y la sobrevivencia dependa del día a día (como siempre), pero en condiciones más extremas. Comienza a preocuparnos no solo el hambre, la carencia y la enfermedad, sino también en lo que se puede convertir la sociedad cubana que ya estaba en decadencia.
Sin embargo, y a pesar del caos, la cultura siempre intenta ofrecer una brecha de luz. El artista independiente Luis Manuel Otero Alcántara una vez más no solo cuestiona, sino también que desde el arte ofrece una solución, una ayuda o al menos el camino para no quedar inmóvil, para cooperar, ayudar, aun cuando solo se piensa desde el egoísmo que este tipo de situaciones parece crear.
El sábado 21 de marzo lanzó en las redes sociales el anuncio de su próximo gesto artístico: un evento que se realizará este miércoles, donde subastará la bandera cubana que usó durante su acción artística “Le drapeau” (La bandera como mi segunda piel, 2019), una obra sumamente polémica por la que está en espera de juicio por el supuesto delito de “ultraje de los símbolos patrios”.
Dado el matiz cuestionador de sus obras, Luis ha sido sometido a diferentes arbitrariedades y abuso de poder por parte del Gobierno imperante en la Isla. Recientemente fue detenido por más de 10 días en la prisión de Valle Grande, por el delito antes mencionado y uno construido de “daños”. Tal procedimiento provocó una reacción masiva en las redes sociales, en la que se proyectaron a su favor disímiles personalidades de la cultura cubana (Silvio Rodríguez, Kacho, David Mateo, Lázaro Zaavedra, René Francisco, etc.), reafirmando el aval artístico de Alcántara, cuestionado por las instituciones y dirigentes cubanos.
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Hoy, valiéndose de toda su repercusión mediática, Luis Manuel lanza esta acción, en la que tiene la intención de donar el dinero recaudado al gobierno cubano para contribuir con esos fondos a las necesidades del pueblo ante la situación actual. Pone en cuestionamiento no solo la actitud de un régimen totalitario en momentos de crisis, sino también su capacidad de sacrificio para con el pueblo.
Asimismo, evidencia como desde el arte se pueden generar acciones capaces de influir directamente en la realidad. Arte-sociedad en su obra se erigen como un todo único. Un gesto que no solo demuestra su capacidad creativa, sino también su calidad humana. Un gesto por el que además está siendo cuestionado tanto por partidarios del régimen como por opositores. Luis Manuel trasciende la politiquería de un lado y el otro. Para él lo que vale es el pueblo.
Si se analiza el imaginario en la obra de Otero se percibe una línea definida por patrones estéticos constantes y esa incuestionable conectividad con su público, así como la sensibilidad humana que lo caracteriza, la preocupación por la sociedad y esa necesidad constante de aportar, de generar pensamiento.
Entonces, en momentos como el que atravesamos: ¿Será Luis Manuel Otero encarcelado nuevamente por este gesto artístico? ¿Asumirá el gobierno cubano el costo de otra arbitrariedad sobre este artista? ¿Aceptará el presidente Díaz-Canel esta colaboración para ayudar a su pueblo? o ¿Superará el ego y el miedo estatal a la humanidad que subyace en el gesto de Alcántara? Otra lección para nuestra sociedad, siempre desde el arte. Desde la ingenuidad, espero que no haya espacio para el odio y las diferencias, y si, como lo ha demostrado Luis Manuel, para aportar, unirnos y aferrarnos a la esperanza de vivir.