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Catana va a parir

El castrismo recurre a los rusos para hacer "reformas" en la economía, pero a Cuba no le cabe una mala idea más

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Matrioshkas criollas
Armando Tejuca-ADN Cuba | Matrioshkas criollas

Actualizado: Mon, 01/30/2023 - 15:02

Como decía mi abuela cuando una situación no aguantaba más y le ponían otro poquito de lo mismo: “Éramos pocos y parió Catana”.

A Cuba no le cabe una mala idea más. El Delirante en Jefe echó a andar las suyas por toda la geografía nacional y todavía hoy hay zonas donde el aire se pudre por culpa suya. Luego, sus herederos, esforzados y creativos, diciendo aquello de “somos continuidad”, rellenaron el rompecabezas y no hay terrenito insular donde un secretario municipal del Partido, un jefe de sector de la policía o un miembro de la Asamblea Provincial del Poder Popular, hagan su paparrucha, su disparate y su aporte.

Ya se corre por las calles, ya se pregona en las esquinas. Cuba volverá a hablar ruso, y no por radio. Putin salva a sus hijos y los hijos de Putin, que antes aguantaron a Nikita Jrushchov, a Leonid Brézhnev y un refilón –el último– de Miguelito Gorbachov, ahora tendrán que comerse la salianka a pulso, el café con centeno de Krasnoyar y los muñequitos rusos. La noticia es esta: “los especialistas del Instituto de Economía de Crecimiento Stolypin, junto con expertos cubanos, crearán un Centro de Transformación Económica que preparará cambios en la economía de Cuba, aunque no ofreció otros detalles”.

No se necesitaban otros detalles. Tanto tiempo viajando a las órdenes del atamán Petliura y los hombres de Panfilov prepararon al cubano para futuras contiendas en la taiga del siglo XXI. Y la dirección colegiada y a dedal de “Mijaíl el Travieso” (llamado en casi todos los lugares “Misha el inútil”) dio al pueblo cubano el horneado definitivo para no esperar nada bueno de las ocurrencias del Palacio de Invierno, que es la Asamblea del Poder Popular cubana, con tantos cerebros congelados.

Mashenka regresa a Cuba con el oso y desde ya vigilan al Comandante Avestruz, Guillermo García, porque es capaz de sugerir que el plantígrado tiene más carne que ningún otro animal viviente. Incluso más que Marino Murillo y Manuel Marrero juntos y revueltos. Y con el pito en la boca, es decir, el silbato, vuelve a las calles cubanas, a riesgo de partirse la rabadilla en un bache, el largo vigilante “Tío Stiopa”, hoy conocido como “tío Stiolpin”.

Es curioso, y si no fuera tan terrible pudiera parecer cómico: el instituto Stolypin va a ayudar al país Noquedanipin. Y, para que nadie piense que me lo estoy inventando tras ingerir una amable porción de “kazajo brujo”, les informo a los interesados que la noticia es tan real como la momia de Lenin. Y dice así: “De acuerdo con ese reporte, el lanzamiento de la iniciativa fue anunciado durante la reunión celebrada esta semana entre Miguel Díaz-Canel y Boris Titov, político y empresario ruso, así como uno de los principales asesores económicos de Vladimir Putin”.

Todo es divertido en este mundo. Pero estas alianzas resultan más divertidas todavía. Y el pataleo cubano llega a niveles insospechados. El asesor de Putin es Titov, que no hace Tiktok. Titov el taxista, que conducirá a la plana mayor de los mujiks cubanos, poquitov a poquitov, a un nuevo nivel donde algún día el pueblo pueda abrir la vodka y decir lo que piensa.

Esta oferta de “ayuda desinteresada” suena a déjà vu. Los cubanos estuvimos a punto de ser culpables de la desaparición del planeta tierra por la fiebre de un loco, el Delirante en Jefe, a quien los soviéticos le prestaron aquellas ojivas nucleares. Hoy no hay soviéticos, o dicen no serlo, pero para mí que hay gallo tapao. Un ruso será siempre para un cubano un soviético. Y un soviético será siempre en Cuba un ruso o un bolo.

Ilustración de Lauzan
Caricatura de Alen Lauzán para ADN Cuba

Por supuesto que para desandar el camino y desarmar los planos que se han tenido en La Habana más de 60 años para construir el socialismo y empezar a fabricar algo que sirva, habrá que hacer algunos ajustes. Al menos en nombres que parezcan semejantes, aunque luego no hagan lo mismo o lo ejecuten peor. De manera que la Asamblea del Poder Popular de la isla pasará a llamarse la Duma, para que, de alguna manera, suene a modernidad y recuerde a la yuma. En la isla todos saben, desde el vendedor de cebollas hasta el ladrón de ganado, pasando por los agentes de la policía, que la Duma es la cámara baja de la Asamblea Federal de Rusia. ¿Y qué hay más bajo e inútil en Cubinski que esa asamblea donde los miembros van a hacer calistenia levantando y bajando los brazos al unísono?

Habría que buscar aceleradamente otras similitudes, como embalsamar a algún viejo dirigente y ponerlo en un mausoleo en la plaza o en La Piragua. Y esa plaza, si no llega a ser roja, pudiera ser punzó o carmesí. También se necesitaría rebautizar algunas regiones, al menos simbólicamente. De manera que Las Villas pudieran llamarse ahora Cáucaso Norte, Pinar del Río sería la Siberia del Este, La Habana se llamaría Kaliningrado o Kalimbaelgrado y la zona oriental, el Lejano Oriente. En el resto de las cosas todo se mantendría casi igual, por ejemplo, si ya no se fabrica desodorante, no pasa nada, si todo olerá a basura sin recoger, que es lo mismo que ruso sudado.

Por si quedan dudas, un comentarista definió así lo que le viene para arriba de Cuba con los señores bolos: “El acuerdo ruso-cubano expresa la clara decisión de la élite cubana de transitar, bajo supervisión del Kremlin, del modelo cubano de Estado mafioso con economía estatizada al modelo mafioso ruso de mercado”.

Habrá oligarcas y olicacas, como ahora. Y la mano dura la tendrá, por supuesto, Mijaíl Díaz-Putin asesorado por Vladímir Canel, y, tras las cortinas, la Seguridad del Estado.

No dudo que pronto se refuercen las crías de búfalos siberianos, osos del mar de Barents y la industria cubano-rusa despegará, fabricando barredoras de nieve y matrioshkas morenas, café con leche y prietas, que se conocerán como “chardas”, y serán un éxito rotundo con el turismo que invadirá la isla después de que los rusos le reformen levemente el clima, sobre todo el clima de desconfianza que existe, aunque el de decepciónuj sería imposible tocarlo.

El modelo putinesco, no confundir con lo putanesco y mucho menos con lo de hijodeputanesco, que es habitual, lleva retorno a la época de los zares, antes de que los bolcheviques, con Lenin a la cabeza, hubieran perfeccionado su método de echar a perderlo todo. Así que, si Cuba sigue ese modelo ruso, que lleva Zar, no estaría la isla mal encaminada, si desde 1959, y por culpa de un zarito muy zalao, todo ha sido así, al a Zar.