Gilito por el campo corto
Hay alguien ocupando un alto cargo en el gobierno de Cuba que se sitúa entre el músico británico John Lennon y el incansable y disparatado líder Fidel Castro: es Alejandro Gil
Actualizado: January 20, 2023 10:11am
La corona británica pudiera hacerse legalmente muy pronto con la isla de Cuba. Parece increíble que después de 261 años los ingleses vuelvan a tomar La Habana, esta vez sin disparar un chícharo (si dispararan un chícharo, la matazón que se iba a formar sería de campeonato).
Y de ñapa, agarrarían también Camagüey, Cacocún, Songo la Maya, Baracoa, Puerta de Golpe, Soroa y hasta Victoria de Las Tunas para quitar todas las horribles esculturas con las que la atiborró Faure Chomón.
Un tribunal de Londres podría decretar el embargo de tierras y propiedades del Estado cubano, con lo que, para febrero o marzo, Díaz-Canel, La Machi y Machado Ventura estarían viviendo en un apartamento despintado y con goteras en Alamar. O en algún lugar más lejano, donde no haya apagones solidarios.
“La demanda, con número CL-2020-000092 del 18 de febrero de 2020 lleva por título 'CRF I Limited versus Banco Nacional de Cuba y República de Cuba'”, informó Diario de Cuba.
Mucha gente dentro de Cuba no se entera de lo que pasa. “En una nota publicada en la web oficial de la institución estatal, el Banco Central de Cuba aseguró que el juicio en su contra es 'por una reclamación de recuperación de deuda' y que el demandante es CRF I Limited, un grupo de tenedores de deuda de La Habana al que insistió en calificar como 'fondo buitre'”. Ya empezamos a mentir y a confundir, como todo lo que se dice en los alrededores del Comité Central y del periódico Granma. Círculo que abarca unas 30 000 millas náuticas. Pero la información sigue, a la manera de ellos, muy suya:
“Como se conoce, los fondos buitres compran en el mercado secundario, a precios de remate, las deudas emitidas por países, para reclamar el pago inmediato de su 100% bajo amenaza de demanda judicial”. Siempre sucede que la gente mala paga le echa la culpa a quienes les deben dinero. Los califican de abusadores, de inoportunos, de insensibles. Cómo va a querer el Club de Londres que les paguemos ese dinero si Cuba está bloqueada, intentando construir el socialismo.
Es inaudito, oprobioso, indecente, indolente y muy caliente. Así que la cosa está mala. Aunque no debe cundir el pánico, el órgano oficial (que lo son todos) del Partido Comunista, el Granma, acaba de decir que ese juicio “no afectará en estos momentos a la economía cubana, cualquiera que sea la decisión del Tribunal de Comercio de los Tribunales Reales de Justicia de Londres”. Y, por si quedan dudas, reitera (el Granma es muy reiterativo, un día tendremos que reitirarlo de circulación): “Sea cual sea la decisión del tribunal, las finanzas no están comprometidas”. Solo le faltó decir que no están comprometidas porque no existen.
Pero si esos fondos son buitres, la actuación de Cuba con los préstamos siempre ha sido tiñosa. En el futuro no muy lejano Jack el Destripador podría mudarse para La Habana si en la isla quedara algo por destripar. Ah, bueno, los gordos del consejo de estado.
Y hablando de gordos: hay alguien ocupando un alto cargo en el gobierno de Cuba que se sitúa entre el músico británico John Lennon y el incansable y disparatado líder Fidel Castro: es Alejandro Gil, ministro de Economía y Planificación, un soñador, un visionario, casi un sibilino sibarita con la guayabera impoluta a punto de estallar. Un hombre que anda siempre con las masas. Con las suyas.
Un soñador como pedían el Che o Cristóbal Colón, Trespatines o El Caballero de París. Alguien que conserva su corazoncito noble e ingenuo, sin cicatrices ni arrugas. Que no pide nada material para él o para sus hijos salvo el desayuno, la merienda, el almuerzo y la cena y algo de combustible para seguir sacrificándose. Que sueña cada noche con que los hombres como él vuelven a levantar el Muro de Berlín, en Berlín o en Madruga, en Pipián o en Ongolosongo, en cualquier lugar del mundo donde haga falta ponerle freno al enemigo o una frontera al mal.
Cuando veo a este tipo de gente imagino que todos tienen en su despacho la misma foto del Delirante en Jefe mirando atentamente a Cuba, buscando con qué echarla a perder. Pero este Alejandro (Fidel siempre quiso llamarse Alejandro porque le pusieron Hipólito) tiene sus raptos de las mulatas y sus momentos de insano esplendor y, a pesar de su optimismo desmedido, suelta cosas como estas: “El ministro cubano de Economía y Planificación reconoce que, pese a las medidas implementadas, no se logra el 'estremecimiento' necesario de la empresa estatal”.
Quizá falta un buen bolero. O algo de nueva trova. Tal vez un poquito de Raúl Torres poniendo caliente el ambiente, mi gente. O un poema de amor que estremezca a esa empresa fría y estatal, porque está tal y como la quisieron hacer por miedo a la propiedad privada. Herencia de los soviets, rezagos del leninismo, el marxismo, el estalinismo, el fidelismo y el paludismo. Y todos los ismos, menos el de Panamá, que han hundido a este mundo cruel y no dejan que un joven y vigoroso ministro con guayabera blanca como la lana impulse a la isla al mismo desarrollo que soñaba darle Julio Lobo cuando le robaron las tierras, los centrales azucareros, la imaginación y las ganas de que todo funcionara.
Pero Gil dio otro gilito por el campo corto, que es el campo que ya no se va a recuperar, aunque Machado Ventura siga de gira, surco a surco, trillo a trillo, chapeando la misma letanía a los campesinos y echándoles la culpa de la ineficiencia y la ineficacia. Y el ministro soñador “insistió en que generar ingresos por la vía de la exportación es imprescindible, y dijo que solo en los alimentos para respaldar la canasta básica normada el país debe invertir más de 1 648 millones de dólares, a los precios actuales del mercado internacional, que están en constante cambio”. Y ahí a alguien se le encendió el bombillo, aunque la termoeléctrica estaba fuera de servicio y quitó la canasta normada y la puso nómada.
Y la gente empezó a despojarse del gentilicio y a buscar nuevos horizontes, con hache y sin hache, aunque el ministrico soñador de blanca guayaba, atajó al tumulto en desbandada con un anuncio optimista y esperanzador: “El Gobierno cubano planifica exportaciones por 9 755 millones de dólares en 2023”. Pero no dijo de qué iban a ser las exportaciones, si de productos o de personas. O tal vez van a surtir los garajes sales y las tiendas de suvenires con piezas de los centrales azucareros desarmados, guaguas Leylands, Colmillos Blancos, Hinos, tractores Piccolinos, KP3, alzadoras de caña, partes del yate Granma y fusiles AK.
Todo antes de que La Habana, Campo Florido o Campechuela se llenen de pálidos ingleses, bulliciosos escoceses, problemáticos irlandeses y estirados galeses, porque en Cuba el café ya se perdió, y lo que se va a poner por las nubes, y ya lo sabe el ministro soñador, el Gil en su “digilencia”, será el Té. Te quedas o Te vas. Porque el futuro no se importa.