Los que van a morir te saludan
Como no ha podido nunca otorgar a los cubanos el derecho a la vida, el gobierno de la isla pretende aprobar la ley de la eutanasia
Actualizado: February 20, 2023 10:42am
Como no ha podido nunca otorgar a los cubanos el derecho a la vida, el gobierno de la isla pretende aprobar la ley de la eutanasia, que no es el nombre de una guajirita de la Ciénaga de Zapata, sino el reconocimiento de que el ser humano se morirá legalmente cuando y donde lo decida él mismo.
Eso no es nuevo, porque los cubanos lo han practicado siempre, sin autorización de la dictadura. Se montan en una balsa, en una batea, en una cortina de baño que flote, en unos tenis a los que les cosieron tres merucos de baño y parten, hacia la gloria o hacia la muerte.
Pero hacía falta una ley que lo amparara, que le quitara responsabilidad legal al poder, que quiere poder sin poder, y el gobierno, que es tan viejo e ineficiente, pretende anotarse algún punto con la modernidad. Mientras en Europa muchos países no se ponen de acuerdo con la eutanasia, la pequeña y soleada isla de Cuba pudiera ostentar, con orgullo, el blasón de que allí usted se puede suicidar, si lo desea, con la absoluta complacencia del estado. Si un policía pasa y lo ve ahorcándose, y nota que lo está haciendo mal, estaría autorizado a asistirlo, para terminar de una vez por todas, aunque pudiera ser que, antes de colgarlo de la soga, le pida la identificación y lo multe, aunque no esté gritando.
Es una lástima que en la isla se hayan desconocido u olvidado términos importantes para la vida humana. Por ejemplo, la libertad, a la que le han puesto un rabito venenoso que te puede meter en candela. Otra es la honestidad, que es mirar de frente y decir lo que piensas siempre que el policía esté de espaldas. Eutanasia es también uno de esos términos. No olvidado, sino jamás estudiado, explicado o ejercido. Tiene que ver con honestidad y libertad, pero es más cercano al Instituto de Medicina Legal.
Y ahora cito algo que leí: “la eutanasia, que significa etimológicamente 'buena muerte', se define 'como el acto deliberado de dar fin a la vida de una persona, producido por voluntad expresa de la propia persona y con el objeto de evitar un sufrimiento'”. Claro que eso no se puede estar comentando en la esquina, en la bodega, ni hacer un círculo de estudios, porque si alguien dice que su objetivo es evitar el sufrimiento el pueblo se dividiría en dos grandes bandos: los que se quieren ir del país y los que desearían morirse.
Caso de aprobarse, “Cuba se convertiría en el octavo país del mundo donde el procedimiento es legal; los siete en los que ya lo es son: Holanda, Bélgica, Luxemburgo, España, Canadá, Colombia y Nueva Zelanda; cada uno con matices propios”. Pero mientras tanto, entre apagones más inesperados que morirse sin aprobación legal, el país se reinventa y se moderniza: “Una empresa en Las Tunas hace croquetas con yuca”.
Tal vez las croquetas de yuca nada tengan que ver con la eutanasia o pudieran ser una forma de ella. Los expertos afirman que: “Uno de los conceptos más aceptados de eutanasia es el que la concibe como 'el procedimiento médico consciente, intencional y voluntario mediante el cual se le pone fin a la vida de un paciente terminal (o sea, sin expectativa alguna de mejoría), con el fin de ahorrarle mayores sufrimientos y dolores'”.
Un caso típico sería el del paciente que debe ser sometido a intervención quirúrgica en cualquier hospital de Cuba y el cirujano se acerca y le dice: “Manolo, no hay anestesia y el salón está cundío otra vez de estafilococos dorados. ¿Te operamos así o quisieras morirte antes?”
Por eso dicen que la eutanasia es la última de tus pertenencias, porque la vida es tuya a pesar de que hayas pasado la vida de beca en beca, en el servicio militar, en misiones internacionalistas o en la agricultura. La última palabra te pertenece a ti. Algunos lo explican mejor que yo, por ejemplo: “Algo es tuyo realmente solo cuando puede dejar de serlo según tu voluntad, únicamente aquello de lo que te puedes deshacer es tuyo, aquello que sigue siendo 'tuyo' aunque no lo quieras, en realidad es de alguien más”.
En nuestra islita aislada pero moderna, donde a todo se le pone pasión y fervor, imagino largas colas para la eutanasia, pensando que es algo que está repartiendo el gobierno. Escucho los gritos en los barrios, agudos y entusiastas: “Caballero, sacaron eutanasia”, y la gente despelotándose a marcar en la madrugada a ver si alcanza. No en balde dicen: “Los que están a favor de la eutanasia esgrimen argumentos como el que toda persona tiene derecho a poner término a sufrimientos innecesarios y degradantes que no le permitan llevar una 'vida digna'”.
En eso de llevar “una vida digna” ya estamos jorobados. Muy poca gente lo ha logrado desde aquel día fatal de 1959 en que entró a La Habana el Delirante en Jefe, tabaco en ristre, enverdeciendo el paisaje que poco después se iba a secar. Él fue un adelantado en esto de la muerte asistida. Fidel Castro le practicó la eutanasia, muchas veces sin consultárselo, a Camilo Cienfuegos, a Ernesto Guevara, a Arnaldo Ochoa y a una larga lista de personas y personajes a quienes se la aplicó directa o indirectamente.
Analizando la realidad cubana no estoy muy seguro de que se apruebe la eutanasia. Y en caso de aprobarse, desconozco cómo se pudiera administrar o qué caminos seguir. Es posible que la gente entienda de qué se trata, pero también es posible que se burocratice de tal manera que un solicitante pase largos años esperando brincar para “el otro lado”. Por supuesto que, si usted no cumple las condiciones mínimas para que lo autoricen a morir o no hay cómo tirarle un cabo, alguien sacará su carta de la manga y culparán al bloqueo.
Sé que, aunque se aplique mal, algo de bueno tendrá saber que puedes solicitar irte de este mundo sin que medien motivos ideológicos. Me voy porque sufro, y la Revolución no tiene culpa de ello, dirían los más románticos y empalagosos. Y el partido lanzará campañas para que el pueblo perfeccione la eutanasia. Hasta algún imitador del Castro loco suelte un día eso de: “Somos una eutanasia dura de roer”.
Cuba con eutanasia sería un reclamo perfecto para el turismo. El internacional, porque en el turismo nacional no funciona, si para irte a vivir a otra provincia casi que piden que tu madre te vuelva a parir allí. Sin embargo, la isla se vería inundada de extranjeros que ya no irían a buscar solamente sexo, sino una muerte piadosa bajo el sol del Caribe: “Venga a Cuba a morir junto al mar”. “Disfruta de nuestras playas y luego te ahogamos en una de ellas”. “Gaesa te ayuda con tu último aliento”.
Aunque la mejor eutanasia para esos turistas que se atrevan a ir a Cuba sería darles una libreta de abastecimiento en el aeropuerto y el salario miserable que ganan millones de cubanos. No durarían seis meses.
Ojalá se apruebe, porque sería una esperanza y el reconocimiento de que el cubano puede ocuparse de alguna cosa en sí mismo y por sí mismo, sin intervención de los CDR. Aunque ya veo la consigna en los muros de la patria: “Somos eutanasia” y “Eutanasia o muerte”.