Brasil pudo ser el mejor de Latinoamérica enfrentando el coronavirus pero hoy es un desastre

Ante crisis de salud pasadas, como el sida y el zika, el país actuó con estrategias elogiadas por el mundo. Pero la caótica respuesta del gobierno a la COVID-19 ha minado la capacidad de respuesta de la nación

Un sepulturero en Río de Janeiro. Cerca de 90.000 brasileños morirán en la epidemia, según una proyección. Foto: Dado Galdieri para The New York Times
 

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La confusión nacional en Brasil convirtió al país en un epicentro emergente de la pandemia, con una tasa de letalidad diaria tan solo superada por la de Estados Unidos.

En medio de la aguda crisis sanitaria, el ministro de Salud, Nelson Teich, renunció, semanas después de que su predecesor fuera abruptamente despedido por los conflictos con el presidente Jair Bolsonaro.

Los expertos de salud en el gigante americano, afirman que la convulsión política en el país, ha provocado el colapso de las unidades de terapia intensiva y las morgues; contribuyó a los fallecimientos de grandes cantidades de profesionales de la salud, en la medida que la economía más grande de América Latina se hunde.

Según un reportaje publicado por The New York Times, “la crisis que enfrenta el país muestra un claro contraste con el historial de Brasil respecto a respuestas innovadoras y ágiles a los desafíos de la atención médica que, en décadas pasadas, lo convirtieron en un modelo a seguir entre los países en vías de desarrollo”.

Marcia Castro, una profesora en la Universidad de Harvard, originaria de Brasil, subraya:

“La de Brasil pudo haber sido una de las mejores respuestas a esta pandemia. Sin embargo, en este momento todo está completamente desorganizado, y nadie está trabajando para lograr soluciones conjuntas. Esto tiene un costo, y el costo son vidas humanas”.

El  fracaso en actuar de manera temprana y agresiva no concuerda con los ingeniosos enfoques del país en crisis médicas pasadas, afirman los expertos en salud según la nota del Times.

Cuando en la década de los noventa ocurrió un aumento repentino en infecciones por VIH, Brasil ofreció tratamiento universal y gratuito y presionó a la industria farmacéutica para reducir los costos de sus tratamientos. En 2007 produjo su propia versión genérica de un medicamento para el virus.

Para combatir el brote de zika en 2014, se crearon en el país mosquitos modificados genéticamente que ayudaron a disminuir la población del insecto, una táctica que pronto será desplegada en Florida y Texas.

Esos éxitos fueron el resultado de la inversión en ciencia y el empoderamiento de los científicos, dijo Tania Lago, profesora de Medicina en la Universidad Santa Casa en São Paulo, quien trabajó en el Ministerio de Salud en la década de los noventa.

“Ahora ha habido una ruptura de la nación con su comunidad científica. Lo que me entristece es que estamos y seguiremos perdiendo vidas que se pudieron haber salvado”, señaló Lago al Times.

Cuando en febrero y marzo, los países comenzaron a implementar medidas drásticas para frenar la propagación del virus, Bolsonaro le restó importancia a los riesgos de nuevo coronavirus y alentó las reuniones públicas. Ahora, insta a los brasileños a regresar a trabajar, incluso a pesar de que los números de nuevos casos y decesos están en ascenso.

Las autoridades sanitarias en Brasil reportan más de 262 casos positivos a la COVID-19 y 17 mil 375 fallecimientos. El país sudamericano superó a España e Italia y ahora es el cuarto país del mundo con más infecciones. 

 

 

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