“Yo sí no te voy a ofrecer colaborar con nosotros; conmigo tienes solo dos opciones: o te quitas, o te vas”, fueron las palabras que escupió el agente de la Seguridad del Estado a la periodista independiente Camila Acosta, detenida por segunda vez esta semana.
“Tendrás que ir mensualmente a firmar en el sector de la policía y, si en esos nueve meses sigues comportándote como hasta ahora, te aplicaremos la peligrosidad predelictiva; pero no irás a la cárcel, porque nosotros lo que queremos es limpiar las cárceles; lo que te toca es trabajo social sin internamiento, y en lo que más se necesita: limpiando pisos o en comunales”, agregó.
Este testimonio lo ofreció la reportera a Cubanet, el medio para el que trabaja, en el que cuenta cómo sucedió su entrevista con el oficial “Alejandro”.
“Mientras lo escuchaba, solo pensaba que tenía razón: ellos hicieron la ley en Cuba de tal manera que los que ostentan el poder pueden aplastar a los ciudadanos cuando quieran y con la mayor impunidad”, confesó Acosta.
Camila fue arrestada por primera vez el lunes 9 de marzo, cuando cubría una protesta por la libertad del artista Luis Manuel Otero Alcántara, en la intersección de las calles 23 y 12 en el Vedado habanero. Apenas se pudo manifestar la exigencia porque agentes de la Seguridad del Estado (SE) y de Brigadas de Respuesta Rápida estaban apostados en el lugar.
“Poco después, cuando nos retirábamos del lugar, en 21 y 10 nos detenían varias patrullas policiales. Fuimos arrestados Abu Duyanah Tamayo, Omara Ruíz Urquiola y yo. Iliana Hernández sería detenida poco después”, declaró.
“Todo esto que te voy a aplicar a partir de ahora es porque estás haciendo, no bien, sino muy bien tu trabajo” y “estoy loco por ver lo que vas a escribir sobre esto”, fue otra de las declaraciones del mayor Alejandro a Camila, con evidente cinismo.
También amenazaron con deportarla a Isla de la Juventud, a pesar de tener dirección en La Habana. “Por lo que sea, te voy a deportar, esa es la medida que tú llevas”, afirmó el oficial en el interrogatorio.
Fue liberada en la tarde noche del lunes. “Me habían dejado en un pasillo donde un oficial me dijo que no podía estar allí, que ya habían terminado conmigo y podía irme; dicho esto, me acompañó a la salida”.
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“Sabía que me seguirían para saber dónde me estaba quedando. Tan rápido me esfumé, que me perdieron el rastro. Eso debió incomodar mucho a Alejandro y quizás le valió una gran reprimenda de sus superiores. Desde entonces, quizás intentando ‘salvar’ su puesto y demostrar su ‘eficiencia’, ha estado llamando a familiares y amigos, amenazando ‘reventarme’ y condenarme de uno a tres años de privación de libertad por ‘evasión”.
