Más de dos mil personas se aglomeran en las calles de Las Tunas en un día normal, así lo asegura el medio oficialista Periódico 26 y además dice, en un artículo de opinión, que casi todos están ahí haciendo colas.
La periodista realiza estos cálculos sin estadísticas que lo demuestren, solo con su mirada y le sirve de pretexto para poder criticar el comportamiento de ciudadanos que como ella tienen que salir a buscar lo más elementales productos o no tendrán que comer en sus casas, si es que encuentran algo en su deambular diario de subsistencia.
Llamar a la cautela pareciera ser una estrategia de los medios oficiales, y a su vez concientizar a la población sobre alejarse de los tumultos porque el coronavirus acecha; pero quién le dice eso al cubano cuando no hay comida, ni jabón, ni detergente, ni otros productos tan necesarios.
“Si esta ciudad capital tiene -según estadísticas de Google y EcuRed- algo más de 192 mil habitantes, entonces esa percepción de que las colas sobrepasan, por ejemplo, las 500 personas en la TRD Leningrado y otro tanto igual en la de El Girasol, ¿se debe a mis errores de observación? Parece que no. Al consultarlo -en el mismo entorno- con paisanos de ocasión refieren que me “quedo corta”, pues “en esos molotes hay cerca de mil personas”.
«Y si le sumas a quienes circulan por áreas cercanas, las bodegas, las cafeterías y otras shopping, de Buena Vista, la cifra supera las dos mil, desde las 7:00 de la mañana hasta que cae la noche»”, asegura la reportera en sus recorridos por la urbe.
Y como el tema de los coleros siempre sale a flote, los “nuevos enemigos” no salen ilesos de la propaganda del régimen, aunque a veces ni se mencione el calificativo coleros por ningún sitio: “No se trata de hacer llover sobre lo mojado. Es llamar a la reflexión a quienes todavía nada les detiene en sus actos irresponsables: ni las multas, ni las informaciones del Minsap, ni la
presencia de agentes del orden… en fin, a quienes con sus actos simulan creerse los “inmunizados de este mundo”. Es hora de ponerles tolerancia cero”.
Incluso pregunta si los tuneros hacen cola por vicio o necesidad como si alguien prefiriese estar al sol, pasando trabajo y a expensas de contagiarse cuando podría no hacerlo.
Las colas seguirán siendo un tópico persistente en la realidad del cubano de a pie, la cúpula del poder no asiste a colas e ignora los escollos que atraviesa una familia cubana para comprar pollo o aceite. Varios usuarios de las redes denuncian día a día las largas filas que se forman, desde temprano, en cualquir ciudad del país.
Recientemente una fiscal del grupo de procesos penales en Isla de la Juventud reconoció que las colas son el sitio idóneo para que la gente hable mal del sistema.
La funcionaria del régimen fue entrevistada por un periodista del oficialista diario Victoria, para continuar con la ofensiva desatada contra "acaparadores, coleros y revendedores”, sin embargo, parece que los nervios la hicieron decir verdades.
En la nota, García Quesada expresó: "cuando vas a una cola pasas por tres vertientes: terminas hablando mal del sistema, alteras la cola o sales con el producto en mano. El Estado pone todo cuanto tiene en las tiendas y el objetivo es que llegue a la gran mayoría, pero debido a estas personas que compran para revender, se afecta parte de la población".
La campaña en los medios de comunicación oficiales contra los coleros se intensifica por días, alguien tiene que cargar las culpas del desabastecimiento que sufre la Isla y hacer de chivo expiatorio mientras el régimen se lava las manos.