En la gacela que va de Jaimanitas al Vedado, en La Habana, cuando montaron los 13 pasajeros un conocido jaimanitense lanzó una noticia que puso a todos en vilo:
“Amaneció ahorcada la señora que vive en la casa de los bajos frente al Rumbo. Esa misma. La gorda”.
A este jaimanitense lo apodan Cremita, es muy sociable y festivo. Aun así, la gente se consternó y pidió detalles.
“Se colgó de la rama más alta de la mata que está frente a su casa. Parece que fue de madrugada. Aún esperan por los peritos para bajarla”.
La gacela salió del parque y se desplazó por 234, para incorporarse a la 5ta avenida y, mientras se acercaban al sitio del hecho, Cremita comentó que era muy extraño que una mujer se ahorcara.
“Por lo general las mujeres se envenenan, se dan candela, o se tiran de un puente. Los hombres son los que se ahorcan. Por eso hay que esperar por los peritos. ¡Miren… entre las ramas… cómo se le ven los pies colgando!”.
La gente miró y a algunos le pareció ver algo en el follaje, pero la escena del crimen pasó rápido en la curva y quedó atrás, y Cremita continuó atizando el suspense.
“Ella estuvo muy deprimida en sus últimos días. Como arrepentida de muchas cosas”.
Héctor, estibador de comercio interior que iba a un turno médico, no se lo explicaba:
“Tan revolucionaria. Dos veces vanguardia nacional. ¿Qué diablos le habrá sucedido?”.
Venus, en el asiento de atrás, comentó que mucha gente le tenía tirria a esa mujer y, según los detalles descritos por Cremita sobre el ahorcamiento: “la mujer estaba negra, con dos cuartas de lengua afuera”, probablemente mucha gente iba a disfrutarlo. En cambio, para Marta Díaz, maestra que iba de camino a una reunión en el municipio, la occisa no era una persona mala.
“Solo cumplía con su trabajo. Era exigente. Dura con lo mal hecho”. La historiadora de Jaimanitas, la doctora Miriam Noa, que iba en el asiento junto al chofer, comentó que no recordaba quién era la mujer, pero que sí era altamente alarmante que en un pueblo tan pequeño como Jaimanitas hubiesen ocurrido en los últimos meses tantos suicidios.
Los pasajeros de la gacela ayudaron a la historiadora en el recuento:
Carlos, chofer de un Panataxi, que al parecer debía dinero; Daniel el pícaro, jardinero particular, que según explicaron los familiares tenía problemas con la dirección municipal en torno a la vivienda; Monguito, bolitero, las investigaciones policiales arrojaron que olvidó poner unos números en la lista que resultaron ganadores y prefirió ahorcarse antes que enfrentar la situación; Julio el garrotero, ahorcado por deudas; Denis, el dulcero del callejón, que sin aviso previo se ahorcó de madrugada en su vivienda, y otras anécdotas más de ahorcamientos que en su conjunto constituían un número inquietante. Todas eran noticias confirmadas en su momento.
Ante el rigor de la veracidad, ADN Cuba fue hasta el lugar de los hechos señalados por Cremita, en 5ta avenida, frente al Rumbo, y hubo una gran sorpresa: quien atendió la visita fue la supuesta ahorcada, que informó no estar al tanto de ninguna defunción en la cuadra.
“La reunión del núcleo es hoy por la noche, en la zona, y no tengo ningún suceso extraño que informar”, dijo.