Duelo a muerte entre vendedores en la entrada de Palco

Los vendedores "por el dos" en Cuba se están haciendo la guerra entre sí para poder sobrevivir. Ya no sólo se preocupen de inspectores y policías, sino también de la competencia, a la que pueden llegar incluso a delatar
Vendedores en Palco
 

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La tienda Palco es un centro comercial del noroeste de La Habana, de mucho público, sobre todo de la clase alta cubana y la clase dirigente.

En la entrada de la tienda se apostan vendedores a proponer sus productos, más baratos que en la tienda. Joaquín Vázquez, colaborador de la prensa independiente en los temas de barrio, asegura que la última noticia es el duelo sostenido entre dos vendedores, donde ambos fallecieron.

“Parece que es una moda nueva en Cuba denunciar a la competencia con la policía, para sacarlos del negocio”, dice Joaquín. “Eso sucede mucho entre carretilleros, también entre los cuentapropistas de las mesas, y ahora aquí en Palco, donde siempre vengo porque trabajo cerca, veo cómo esa moda se ha elevado a la máxima potencia”.

“El sábado presencié un show que de verdad se pasa. Un vendedor de tazas de baño delató a la policía a otro vendedor de la acera de enfrente, en el preciso momento que el otro hacía exactamente lo mismo con él. Resultó divertido, pero con mucho absurdo: se delataban por teléfono con la policía mientras se miraban fijamente. Llegaron dos autos patrulleros cada uno con un objetivo distinto, de pronto no sabían a cuál de los dos llevarse. Los vendedores insistían por el teléfono: ¡Aquel! ¡No, aquel! Finalmente cayeron sobre los dos y los cargaron. ¡Una pareja de idiotas!”.

Para Joaquín Vázquez esta modalidad es una repugnante competencia de supervivencia.

“Tristemente esos que duran mucho tiempo en una carretilla, o en un puesto de viandas, o en un negocio situado en una buena esquina de cualquier barrio, se han tenido que desangrar los bolsillos con sobornos y extorsiones a los inspectores populares y a los policías corruptos. Y en el peor de los casos asesinando a colegas de oficio, muchas veces amigos, con un chivatazo. En las calles de Cuba se vive una ley de la jungla que es autóctona de esta isla. Con la lengua de fusil y el teléfono celular como granada de mano”.

“Así jamás se conseguirá avanzar en nada. Cuando algún cuentapropista tiene una iniciativa de expandir el negocio, hacer mejores ofertas al público, o brindar nuevos y más especializados servicios, los mediocres, los quinta columnas, los envidiosos y los inútiles te sacan del aire, a veces por WhatsApp. ¡Qué ironía!”.

“A este pueblo yo lo llamo Egipto”, concluye Joaquín, “con todas sus plagas, sus faraones y esclavos, lo peor: sin un desierto que cruzar. Pobre el que tenga un negocio digno y quiera sostenerlo sin tener que tributar por la izquierda a los inspectores, o sin tener que mandar a matar a su amigo con la policía, no sobrevive. Lo que vi en Palco pasó de rosca. Dos duelistas que murieron con sus propios tiros”.

 

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