Su casa se desplomó y no ha recibido ayuda del gobierno

No era una gran casa donde vivir con su esposa, pero era la suya. Un día se le calló el portal; poco después, el cuarto y la sala
 

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Luis Reynaldo es oriundo de Camagüey, la provincia donde ha vivido desde su nacimiento. Aunque vivir no es la palabra precisa para nombrar la letanía de miseria que viene siendo su existencia desde hace años.

Tenía una casa de madera, con algunas partes de ladrillo y cemento. No era una gran casa donde vivir con su esposa, pero era la suya. Un día se le calló el portal; poco después, el cuarto y la sala. Ahora sólo queda la parte trasera, hecha de bloques, donde guarda sus escasas pertenencias.

El día en que se calló el cuarto él y su esposa estaban fuera de casa. Por una casualidad decidieron dormir fuera y al regresar todo el techo había caído sobre la cama. “Quiso Dios que nos salváramos”, declaró Leonor Armenteros, la esposa, a Cubanet.

“Yo miro esta situación y no hallo por donde entrarle”, dice Luis señalando los escombros de su hogar. No tiene ni un céntimo para levantar su casa y el gobierno no quiere ayudarlo.

Él ha pedido algún socorro, pero siempre le dan evasivas. No puede obtener un préstamo porque no trabajaba y no podría pagarlo. Luis sufrió una operación en una pierna y quedó incapacitado de por vida.

En estos momentos vive con su tío, no muy lejos de las ruinas de su casa. La seguridad social nunca ha venido a visitarlo; las autoridades ni siquiera están dispuestas a darle un albergue. Luis se dedica a recoger materia prima para poder sobrevivir.

Imágenes como esta se hacen más comunes en Cuba, a medida que crece la pobreza y la miseria y los medios alternativos las muestran al mundo, ya que la prensa oficialista no puede hacerlo. ADN Cuba ha reportado en varias ocasiones casos graves de desamparo, viviendas en pésimo estado constructivo y otras calamidades.

En días recientes, otro video de Cubanet conmoción en las redes, verdadero espejo de la miseria en Cuba, en el que una madre santiaguera, María Caridad Rodríguez, narra con voz resignada cómo viven ella y su hijo discapacitado, en una región misérrima de aquella provincia oriental.

María Caridad se siente abandonada por el gobierno de Cuba. Los trabajadores sociales que van hasta su casa ven la situación, se van… y los años pasan pero todo sigue igual.

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