Madre cubana denuncia que su hijo autista no recibe atención estatal

Nancy Acosta es madre de Yoendry Eduardo Acosta, quien es autista y con 32 años no recibe la ayuda que necesita y vive encerrado en su hogar; el mundo exterior y las personas le aterran.
 

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La atención a personas con Trastorno del Espectro Autista (TEA) en Cuba carece de un sistema integrador que valore todas las necesidades de los autistas. Las quejas de las madres son recurrentes pues sus hijos padecen por culpa de la desidia institucional.

Nancy Acosta es madre de Yoendry Eduardo Acosta, quien con 32 años no recibe la ayuda que necesita y vive encerrado en su hogar; el mundo exterior y las personas le aterran.

Ella contó a ADN Cuba que su hijo además de autismo presenta un severo retraso mental, sordera y una Diabetes Mellitus reciente, junto a insuficiencia renal que le ha provocado siete operaciones del riñón.

Este niño vive encerrado porque no hay actividades para ellos” resalta Acosta en entrevista.

Cuando Yoendry tenía cinco años le detectaron el TEA, con esa edad fue que comenzó a dar sus primeros pasos pues antes no caminaba.

“Estoy reclamando porque vivimos con un salario de 2660 pesos y aquí no hay dieta para él. Come lo que se pueda. Cada cierto tiempo se pone grave y hay que llevarlo a La Habana, ahí tenemos hasta que dormir en el piso”, dijo.

También resaltó que no existen medicamentos desde hace tres meses para atender su Diabetes ni los dolores renales que tiene. El joven posee una extraña alergia que solo se alivia aplicándole vinagre encima de las lesiones; uno de los productos que ha desaparecido del mercado cubano en tiempos de crisis. 

Nancy debe hacer extensas colas para conseguir el vinagre cuando aparece. En un vídeo de ADN Cuba la madre aparece con su hijo en una larga fila para poder adquirir lo que le aliviará la comezón de su alergia.

Lograr trasladarlo es complicado para la familia. En ocasiones cuando enferma deben llevarlo al hospital y se pone agresivo al ver aglomeraciones de personas. 

Las constantes peticiones de la madre a las autoridades en la Isla de la Juventud han sido en vano. Sus necesidades no han obtenido respuestas y los gobernantes solo sostienen promesas incumplidas.

“Hablé para que me dieran un aire acondicionado y me dijeron que los autistas no llevan aire. Tampoco me han dado sábanas, ni una lavadora”, indicó.

Yoendry no controla su esfínter y cada noche orina y defeca en su cama. Su madre solo tiene una lavadora rusa para mantener sus vestimentas y ropa de cama limpias.

Sin embargo, a pesar del encierro y la poca comunicación Yoendry es capaz, asegura su madre, de tocar casi cualquier instrumento musical sin haberlo visto antes.

Educación para personas con TEA en Cuba

En la Isla de La Juventud no existen centros educativos para atender a Yoendry. A los ocho años fue sacado de una escuela para niños con retraso y desde entonces no ha recibido atención escolar.

Cuba solo cuenta con espacios perfilados para autistas en Pinar del Río, La Habana, Cienfuegos, Holguín, Granma y Santiago de Cuba y ni siquiera en esos sitios la educación es tan personalizada como afirma el régimen.

La pandemia ha puesto sobre el mantel ciertas verdades sobre estas instituciones. ADN Cuba entrevistó a una abuela de un niño con TEA en Cienfuegos y el menor no recibe la educación individualizada que debe en su hogar pues el maestro no asiste diariamente.

Tampoco la escuela para autistas Vilma Espín de Cienfuegos provee información a la familia para crear un ambiente propicio para el autista. 

Luego de cumplir 18 años las personas con TEA en Cuba quedan abandonados a su suerte pues el sistema educativo no contiene otras opciones para ellos al alcanzar esa edad.


 

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