Recalo de marihuana: "felices por cuenta propia"

​​​​​​​Varias libras de cannabis entraron de recalo a la costa, burlando el férreo cerco policial, y consumidores habituales de esta droga dicen que han visto de nuevo “el cielo abierto”
Recalo de drogas en Cuba. /Foto: Bohemia
 

Reproduce este artículo

Varias libras de cannabis entraron de recalo a la costa, burlando el férreo cerco policial, y consumidores habituales de esta droga dicen que han visto de nuevo “el cielo abierto”.

Hay matrimonios reconciliados, presiones arteriales estables, corazones que  laten otra vez a buen ritmo y regresaron el buen apetito y los sueños apacibles— bromea Marcos, que fuma desde niño y ha podido apertrecharse con varias dosis, luego de lo que llamó “varios meses de sequía”.

Marcos cuenta que mientras muchos países están autorizando el consumo del cannabis como tratamiento medicinal y hasta recreativo, en Cuba arrecia la guerra contra esta hierba.

Me resulta sospechoso—agrega Marcos— la insistencia de parte del gobierno en capturarla. No creo que sea precisamente para quemarla, porque ¿quién quema dinero en el mundo de hoy?

Un barbero de Romerillo se jacta de ser experto en el tema. Cuenta que la consume desde la primaria y asegura que cuando tiene cannabis, pela mejor.

 

 

En los años que estuve preso por tenencia en el combinado, leí muchos libros que hablaban de la hierba. Había uno, de Tom Wolfe, que describía la historia de la ‘tila’, que es como se le llama en San Francisco a la marihuana, y contaba  que fumarla era una cosa normal, hasta que en 1949 varios jefes de estados se reunieron y decidieron prohibirla. Ahí fue cuando crearon el narcotráfico, por los propios estados, que han vivido de ella por mucho tiempo y hasta hoy continúan dirigiendo y lucrando con este negocio”.

“Cachimba”, un ex albañil de un contingente de La Habana, también es consumidor habitual, y confiesa que cuando escasea la hierba su vida se le amarga.

Mi vida y la de mucha gente. En mi juventud un cigarro costaba cinco pesos, en moneda nacional y se encontraba fácil, hoy un poquitico sale en 10 CUC. ¿Qué economía personal aguanta eso? Entonces uno tiene que doblegar los esfuerzos y hacer más con menos, es decir: echar menos cemento en la mezcla, robar arena, piedra y cabilla para sacar lo del consumo y también lo de la comida, que está muy cara, entonces son las construcciones al final las que sufren las consecuencias, por el mal trabajo”.

Una famosa serie muy popular en Cuba, sobre la vida de Pablo Escobar, dejó sellado un patrón que los vendedores de los barrios acuñan: “Cada vez que el gobierno nos golpea con un operativo y nos quitan la ‘merca’, tenemos que subir un peso a cada gramo”.

 

 

Luis añade:

La revolución ha querido acabarla, pero en Cuba la marihuana es casi como una tradición. Lo único que ha conseguido con tanta guerra es que los jóvenes acudan a ‘la química’, que es más nociva y ha causado muchos problemas en los barrios, donde ahora mismo lo único que se consigue es ‘química’, que yo no le descargo porque es muy fuerte y te puede sacar del parque si te pasas. Mi hermana es enfermera y me cuenta que a cada rato corren con un muchacho para el policlínico, por ‘un mal viaje’. Eso lo ha provocado el propio estado, con la persecución de la yerba”.

Cuba se halla en un lugar sumamente estratégico, en la ruta de la droga desde Suramérica hacia Estados Unidos, uno de los países donde más marihuana se consume en el mundo. Las brigadas “Mirando al mar”— integradas por voluntarios a lo largo de toda la Isla—, se encargan de vigilar las costas para interceptar los recalos, pero en ocasiones la droga es encontrada por pescadores, o bañistas, que no la entregan a la policía y la introducen en el mercado.

Llegará el día en que las autoridades cubanas, como muchos gobiernos del mundo, comprenderán lo inútil de mantenerla penalizada — sentencia Luis— y descubrirán que con la prohibición lo único que consiguen es crear delitos y que gente sin escrúpulos se encarguen de negociarla”.

Uruguay y Canadá han acabado con el narcotráfico autorizando su consumo, igual que muchos países europeos y algunos estados de Estados Unidos. Pero falta mucho para que en este país, anacrónico e incivilizado en todos los aspectos, llegue a ese nivel de  conciencia. Por el momento hay que fumar escondido, como si se cometiera un crimen, cuando en realidad los que estamos haciendo es previniendo enfermedades y tratando de ser felices por nuestra propia cuenta”.

 

Relacionados