El médico cubano Arturo Casadevall se ha convertido en noticia mundial al implantar en Estados Unidos un tratamiento efectivo contra el coronavirus. La Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de EE UU autorizó la aplicación de la terapia en pacientes graves y ya instituciones de varios países han mostrado interés en este proceder médico.
Pero ¿quién es este investigador cubano que se ha puesto en la primera línea de la “batalla mundial” contra la Covid-19 ?
Arturo Casadevall nació en 1957 en la provincia de Santi Spíritus, en la región central de Cuba. De niño se trasladó junto a su familia a España, donde vivió cerca de la Puerta del Sol en Madrid y luego emigró hacia Estados Unidos en 1968.
En el Colegio de Medicina Albert Einstein, radicado en el Bronx, Nueva York, cursó una beca en enfermedades infecciosas y estudios posdoctorales en biología molecular. A inicios del año 2000 fue nombrado director de la División de Enfermedades Infecciosas del Centro Médico Montefiore y seis años más tarde obtuvo el cargo de Presidente del Departamento de Microbiología e Inmunología. Fue miembro de la Junta Nacional de Asesoramiento Científico para la Bioseguridad entre los años 2005 y 2014 y ha publicado los resultados de sus investigaciones en las revistas y publicaciones más importantes de Estados Unidos.
Actualmente es una eminencia e la Universidad Johns Hopkins, en Baltimore y es uno de los científicos más respetados en Estados Unidos y sus estudios son consultados por colegas de todo el mundo. Cuando empezó a extenderse la pandemia del coronavirus defendió el uso de sangre de las personas que habían superado el virus para administrar los anticuerpos en pacientes con la enfermedad. Esta terapia se usó con éxito hace más de 100 años para eliminar la pandemia de grupo que causó la muerte a más de 500 millones de personas.
Casadevall, quien trabaja como inmunólogo, está totalmente confiado en que su propuesta puede frenar la enfermedad y curar a los pacientes contagiados.
“Cuando la situación empezó a empeorar, quedó claro que merecía la pena intentarlo. Todo ha ido muy rápido”, dijo Casadevall en declaraciones por videoconferencia desde Nueva York, el epicentro de la enfermedad por coronavirus en Estados Unidos y una de las ciudades con mayores contagios en el mundo. En los próximos días dos hospitales neoyorkinos, Monte Sinaí y la Escuela de Medicina Albert Einstein, comenzarán a administrar el plasma en los pacientes enfermos.
No solo las instituciones de salud en Estados Unidos iniciarán la aplicación del tratamiento. Ya la multinacional española Grifols, uno de los mayores productores a nivel internacional de derivados de la sangre, anunció este miércoles un acuerdo de colaboración con la FDA, con vistas a obtener plasma de pacientes recuperados de la Covid-19, procesarlo industrialmente y fabricar un medicamento experimental a partir de las inmunoglobulinas hiperinmunes, las proteínas generadas por el cuerpo humano para combatir la infección, dijo el diario español El País.
Casadevall publicó recientemente un artículo en la revista The Journal of Clinical Investigation donde estudió los antecedentes históricos más recientes en la administración de plasma en pacientes enfermos con distintos virus. Analizó una investigación con 69 pacientes enfermados del virus del Ébola y demostró que los que recibieron plasma tuvieron una tasa de letalidad del 28 por ciento frente al 44 por ciento del grupo que no lo recibieron. También acudió a una investigación con pacientes aquejados de síndrome respiratorio agudo grave (SARS) en Hong Kong en 2003, la cual evidenció que mientras más temprano se realizaba la transfusión más mejoraba la condición de salud de los pacientes.
China, el país donde surgió el COV-19, ya ha aceptado esta terapia y ha comenzado a utilizar con muy buenos resultados la transfusión de sangre en personas que superaron la enfermedad.
Tanto Casedallas como la FDA consideran que este tratamiento es prometedor y han depositado esperanzas en los resultados de aplicación, que aún se encuentra en sus fases iniciales.
No obstante, todo indica que esta terapia puede ayudar considerablemente a la supervivencia de los pacientes afectados por el coronavirus y ha sido impulsada ni más ni menos que por un médico cubano.