Las prohibiciones van respaldadas por leyes que buscan promover el orden y el equilibrio en la sociedad, pero en Cuba prohibir es sinónimo de represión.
Los entrevistados en un recorrido de ADN Cuba por La Habana, muestran descontento con las prohibiciones del régimen cubano, porque lejos de propiciar el bienestar del pueblo, infunden miedo e incertidumbre en medio de la crisis que se agudiza cada vez más.
El joven habanero, Ángel Rodríguez, considera que para el gobierno de la isla, prohibir es más fácil que buscar otras alternativas.
"A veces quieren tapar el sol con un dedo y no les conviene que salgan a la luz pública y entonces es mejor prohibirlas, reprimir, que no tomar alternativas. En Cuba casi todo, para no decir todo, es prohibido", añade.
Rodríguez recordó, por ejemplo, la mentalidad que permaneció por décadas en el país sobre los negocios privados, como algo mal hecho, ilegal.
A su parecer, recientemente el gobierno ha dejado existir al este nuevo sector, pero no responde a un interés de mejor la calidad de vida de las personas, sino a "mantenerlos entretenidos", dijo a las cámaras.
Por su parte, la cubana Gabriela Moreno está de acuerdo con las prohibiciones existentes.
Para ella todos los Estados deben tener regulaciones sobre el medio ambiente, educación, salud, y no ve problemas en ello.
Otro entrevistado, Juan Delgado, manifestó que en la isla se dictan leyes que son contradictorias.
"Hoy dictamos una ley y mañana lo estamos prohibiendo. Como la misma divisa, el tema de la aduana con las personas importando ropa y ahora lo prohibimos", señaló.
Delgado añade que "nos han echado a pelear a todos. Te meten una multa y a veces tú no sabes por qué".
Entre las prohibiciones que continúa arrastrando el país en pleno siglo XXI está: contratar servicios de televisión por cable; residir en La Habana "sin permiso"; la ilegalidad de los partidos, sindicatos y de la prensa independiente; las manifestaciones pacíficas en la calle; crear grandes empresas privadas; salud y educación privada.