De nada o poco sirve a los cubanos que en las emisiones del NTV muestren toneladas de viandas, ni que los periódicos se hagan eco de supuestos programas de desarrollo para potenciar la actividad agrícola.
Aunque los resultados no se han visto por ningún lado, el sitio digital aldia.cu afirma que la ANAP reporta hasta el presente “más de 500 toneladas” de productos agrícolas, “a la vez que se ha logrado la preparación de una cifra por encima de tres mil 500 hectáreas de tierra mediante el uso de tracción animal”.
Pero estos intentos para el “futuro” no pueden darse por sentados, antes, hay que referirse a los planes que desde hace años se desarrollan y que hoy deberían estar rindiendo frutos.
Según el portal digital de la televisión holguinera, aldía.cu, el 4 de septiembre del 2019 y bajo titular “Priorizan siembra de viandas y frijoles en Holguín”, “la actual campaña de siembra de renglones agrícolas que se extenderá desde este mes hasta febrero tendrá en la provincia de Holguín su mayor peso en los cultivos de viandas y frijoles como parte de las prioridades del Ministerio de la Agricultura hacia el progresivo incremento de la producción de alimentos”.
En aquel entonces Carlos Alberto Ricardo Ledea, especialista en la delegación provincial, confirmó que: “… el plan integral de siembra en este periodo se estima en 32 mil 400 hectáreas, de las cuales 19 mil estarán destinadas a las viandas y los granos, cultivos que tendrán en esta ocasión un ligero incremento en los sistemas de regadío”.
En el mismo artículo el especialista significó: “… los planes de siembras están creciendo en territorios holguineros desde hace unos cinco años de forma progresiva en casi dos mil hectáreas por etapas”.
Sin embargo, en Holguín se han perdido las viandas, las frutas, los granos y las hortalizas.
A pesar de que la provincia cuenta con más de 22 mil “propietarios” de tierra inscritos en la ANAP, quienes deben tributar al estado sus producciones, los mercados pasan la mayor parte del tiempo con estantes vacíos y cuando ofrecen productos, estos no reúnen la calidad que deberían para llamarlos alimentos dignos, además de que alcanzarlos implica horas en colas más apretadas que “la plata en las raíces de los Andes”.
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Los puntos de control de la PNR, establecidos desde hace décadas en las vías de acceso a la ciudad, hoy están más activos e impiden la entrada de cualquier particular que circula sin el consentimiento firmado por los Consejos de Defensa, produciendo decomisos de mercancías que nunca llegan al consumidor, pero que, según plantean las autoridades, benefician a los centros hospitalarios y de atención a viajeros recluidos por causa del COVID-19.
Solo algunos carretilleros ambulantes se atreven a vender de manera furtiva, pues la pléyade de “súper revolucionarios”, convertidos en cruzados contra los emprendedores, continúan acosándolos y amenazando con imponer multas de cuatro mil pesos o incluso años de prisión.
Esto trae como consecuencia que los consumidores se vean en dificultades para adquirir los productos debido a la lógica alza en los precios.
A la fecha, una libra de boniatos ronda los 16 pesos, así como el plátano se comercializa entre siete y 10 pesos por unidad, aunque los pocos que los traen quieren venderlos por racimos. Otros renglones como la yuca y la malanga se cotizan entre 15 y 16 pesos por libras, respectivamente.
Hortalizas como la zanahoria se venden a 20 pesos por mazos que no sobrepasan las cinco unidades y han aumentado los costos del tomate y otras ensaladas.
Los tan presumidos frijoles brillan por su ausencia y nadie puede decir a ciencia cierta el precio en los que se tasan.
El arroz, cuando aparece, se vende a 50 pesos (2.00 CUC) cada libra.
Por otra parte, los lugares donde se pueden adquirir carnes se encuentran cerrados y los vendedores clandestinos tienen la carne de cerdo a 80 pesos (3.30CUC) la libra, así como a 60-70 pesos aproximadamente (2.80 CUC) la carne de carnero.
Es conocido que existen problemas entre los productores de carne y el gobierno debido a atrasos e impagos que se justifican con la situación sanitaria por la que atraviesa el país.
Mientras los precios tienden a continuar elevándose, el dominó se cierra para todos, pero los mandamases que desgobiernan no quieren liberar las fuerzas productivas en manos de campesinos y comerciantes que, a la postre, han demostrado que solo la gestión privada es capaz de desenrollar esta madeja.
Se encargan de inflar cifras e inventar resultados para apuntalarse en el poder, mientras militarizan la ciudad para atemorizar a la población, más preocupada por su estómago que por derechos cívicos.
A estas alturas se sabe que habrá una hambruna mayor en los próximos meses. Se crea la tormenta perfecta mientras que el futuro ya no está. Y cuando el hambre pueda más que el miedo, quizás fuente ovejuna mate al comendador.