El pan nuestro de cada … 2 o 3 días

González Reinoso, a propósito del día de las Madres, opina sobre la mala calidad del pan en muchos lugares de Cuba y la escasez de alimentos con los que festejar el día
Imagen del pan que están recibiendo muchos en Cuba
 

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Este domingo 10 de mayo es el honroso “Día de Las Madres”, o “De Madre”, tal cual suele singularizarlo gente hastiada, jodida o mortificada por diversas razones. 

Esa porción poblacional, que es mayoritaria, siempre tendrá motivo para celebrar —o conmemorar en el recuerdo— a su parentela presente —ya ausente— y alguna otra causalidad frisando la carestía, como para abstenerse de ambas.

La tradición que inicia un día como hoy con el cortejo del famoso cake entrando por la puerta, el que a nuestras progenitoras habrá de regalarse “en prueba de retribución y muestra de gratitud por tanto cariño fiel e imperecedero”, ha desaparecido de un santiamén en este truculento y misérrimo 2020.

Las cábalas no se equivocaron, ni las fatales predicciones. La numérica auguró “tragedias inconmensurables por acontecer”, bajo el reinado anual de semejante duplicidad reiterativa —del dos y el cero—, que los escépticos, entre quienes me incluyo, se burlaron de aquella minucia que al cabo desembocaría en mal mayor.

 

 

Contadas angustias conducen, en la búsqueda de explicaciones, a las 12 uvas imaginarias con que debimos de atragantarnos —más solo el cerebro— a las 12 de la noche del pasado 31 de diciembre, cuando los clásicos votos de bienaventuranza que se suelen hacer en vísperas del nuevo año (más de incertidumbres y desesperos por venir que de gratificaciones), nos hicieron desvariar en su deglución mental, repartiendo –a nosotros, y al mundo— “paz y prosperidad”.

Pues bien. Ni paz (y mucho menos prosperidad) ha habido. Un añito más loco que de costumbre se las ha traído; todas las adversidades inimaginables ha acarreado consigo. ¡Ni siquiera un soberano aguacero en la primavera para aliviar esta sequía de mil demonios aplacando tanto polvo!

Pero lo peor les ha sucedido a los alimentos. Porque si existieran en forma equilibrada y racional, no harían falta tantos medicamentos, los cuales ocupan el segundo lugar entre tan terribles disipaciones.

Las demás carencias pesan también, pero las anteriores son las dos primeras en lista.

Y simbólicamente, representando el menoscabo del sudor proletario convertido marxistamente en estandarte, está el camarada pan. (Acaso debido a su sempiterna ausencia de atributos y la negritud de las posguerras).

Escandaloso resulta hoy que hayan acabado, sin mucho titubeo, con su diaria presencia salvadora. Además de incomible, lo han puesto a sortear periodicidades.

El presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, ha indicado actuar con severidad ante quienes pretenden burlarse y aprovecharse de la situación que vive el país pan-démico. Los que trasiegan con “el pan del pueblo”.

 

Recientemente, en intercambio mediante videoconferencia con el segundo jefe de la Dirección General de la Policía Nacional Revolucionaria, coronel Eddy Sierra Arias; Díaz-Canel hizo referencia a las denuncias de la población sobre los revendedores y acaparadores en las calles, “contra esos también hay que actuar, aquí nadie puede estar haciendo actividad ilícita, aquí nadie está autorizado para vender ni revender nada, y no se puede permitir”.

“Lo poquito que tenemos lo estamos tratando de dar en las bodegas y en las cadenas de tiendas, en nuestros mercados. Ya ahí no hay que explicar nada, es actuar con severidad; porque esas son las personas que nos están complejizando la situación”, subrayó.

Previamente había declarado que “frente a los ciudadanos inescrupulosos que en medio de la COVID-19 pretenden burlar el llamado de la dirección del país al orden, al sentido de la responsabilidad y al control de los recursos que se ponen a disposición del pueblo, con todo rigor continúan actuando las fuerzas del Ministerio del Interior, bajo la guía de los Consejos de Defensa Provinciales como modo de hacer frente a las ilegalidades”, y no añadió: “las siempre crecientes de la población, equiparadas a sus insatisfechas necesidades”.

Mientras, en un recóndito pueblito al que por ignota decisión le han cerrado algunas panaderías un día sí (¿y otro también?) argumentando la “escasez de harina”, actualmente distribuyen un amasijo de indescifrable composición como el subproducto que habrá de sostener con vida a sus pecaminosos habitantes.

Pero no todo resta en el silencio cómplice, usuarios valientes y decididos han protestado no solo por lo macabro sino también por las dimensiones del “pancito para bocaditos de cumpleaños” que infringen el gramaje.

La usuaria Lilia María Pérez protestó en el sitio de Anuncios Caibarién, el pasado 28 de abril por lo que ella llama “el descaro del pan”. 

Nada dijo entonces de la calidad de la harina, pues, aunque disminuido en peso mostraba todavía cierta apariencia.

No habría hecho su reaparición la especialísima "harina de boniato", como le pusieron en los 90s los desgraciados cubanos al engendro, hasta que irrumpió desde principios de mes previsiblemente para quedarse.

Imaginemos entonces un cake confeccionado con este placebo verdinegro, sustitutivo que se deshace entre las manos antes de llegar a la boca.

Porque concretamente no habrá “nada que ofertar” a las ingentes creadoras de nuestros días con semejante invento. Ni pan, ni agua. Mucho menos cake.

Miren la foto que adjunto del que reparten y que debe durarnos -a pesar del vaho agrio que desprendan- dos o tres días, según sea el lugar en donde compres. 

Hay tiendas del pueblo en los periféricos lares no urbanos, que pueden pasarse hasta una semana sin ver el engendro bautizado como “anti-pan”, por el tolerado comediante Luis Silva, cuando eran otros los tiempos carbohidraticos para el esplendor crítico.

El cierre del comentario del diario citado arriba, apartándonos de la común(ista) retórica, es un dechado de pirotecnia verborreosa:

“Cuba no convive con la impunidad. En tiempos de la COVID-19 la responsabilidad ciudadana, y el enfrentamiento y denuncia oportuna a las ilegalidades, es una tarea de todos”.

Dixit: No hay pan que sirva. Y las madres no tendrán el tradicional convite anual. Por ende, los ladrones/traficantes de harina siguen sueltos y sin vacunar.

Se acabó la tragazón... “llegó quien tu sabe y mandó a parar”. 

Pues en aquella convocatoria a chivatear hasta al sostenedor de tus días (incluida tu creadora), no se dice a cuántos panaderos habría que multar, despedir o encarcelar para terminar con el trasiego de las ausentes materias primas. 

Porque sin ellos allí, ni soñar con cumplir la demanda básica, aunque sea en días alternos. 

No obstante, dígase harina y habrá pizza. Pero no cake. Todo un galimatías.

Escrito por Pedro Manuel González Reinoso

(Caibarién, Las Villas, 1959) Escritor Independiente. Economista (1977), traductor de lenguas inglesa y francesa (1980-86). Actor y Peluquero empírico. Fundador de ¡El Mejunje!, Santa Clara (1993) donde nació a Roxana Rojo. Trabajos suyos incluyen poesía, artículos, ensayos. Su personaje aparece en varios documentales del patio: "Mascaras" y "Villa Rosa" (Lázaro Jesús González, 2015-16), "Los rusos en Cuba" (Enrique Colina-2009). Fue finalista del Premio Hypermedia de Reportajes en 2015.

 

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