La "torre López-Callejas" no despegará del sótano hasta 2020

Nadie sabe cómo se llamará el hotel que GAESA levanta frente al Habana Libre. A falta de indicios, la imaginación popular lo bautizó como "torre López-Callejas"
El edificio todavía no despega de sus cimientos
 

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Las medidas de austeridad que reducen las asignaciones de combustibles al sector estatal, no afectaron la construcción de la “torre López-Callejas” que, de terminarse, será el edificio más alto de Cuba con 42 pisos y 154 metros de altura. La obra fue iniciada en septiembre del 2018 en los terrenos de la furnia que bloquea la calle K entre 23 y 25 en el Vedado capitalino.

La zona conocida popularmente por “El Hoyo”, tiene una superficie de dos hectáreas, demarcadas por las calles J, 23, L y 25. En su periferia existen varios edificios multifamiliares, construidos durante el boom económico de los años 50. Hace más de un año limitaron el acceso al área constructiva con una tapia de chapas de acero y garitas de vigilancia. Sin embargo, no colocaron los rótulos que identifican el hotel, la entidad proyectista, los constructores, los arrendadores y los explotadores.

Omisiones que prolongarán por más tiempo el mote provisional de “torre López-Callejas”, burla inspirada en el nombre del brigadier y exyerno de Raúl Castro, quien lidera GAESA, el consorcio militar que financiará el 100% del proyecto.


Mirando el hoyo

Aunque la tapia de más de dos metros de altura eclipsa la perspectiva de los transeúntes, en los súbitos abre y cierre de puertas, pudimos apreciar cómo los equipos pesados rugen por más de 10 horas diarias. Las excavadoras sesgaron los bordes de más de 15 metros de profundidad y los buldóceres aplanaron montículos de tierra. Luego ensamblaron los encofrados para fundir los pilares del complejo de sótanos; entretanto, en las áreas centrales, las excavadoras profundizan huecos inmensos para moldear los apoyos de la torre principal.

De no haber imprevistos, las cimentaciones deberán tener un costo del 10% de la obra (20 millones de dólares), pues el valor del inmueble se estima conservadoramente en unos 200 millones, acorde al criterio de especialistas consultados, quienes después de analizar el volumen de la maqueta, estimaron que el peso de su estructura es inferior al de su vecino Habana Libre Tryp (1958) que, con valores referidos a la actualidad, costó 240 millones de dólares.

Cubadebate afirmó que “el sótano estaría listo en 13 meses”, pero ya pasaron 15 y sólo avistamos desde una abertura por la calle J la fundición estructural de dos subniveles (si acaso, un 25% del total), donde trabajan arduamente en dos turnos rotativos jóvenes reclutas del Servicio Militar General, que ya no se sienten “tan esclavizados como antes”, aseguran. “Ahora nos pagan mensualmente entre 2000 y 4000 pesos cubanos”.

Queda demostrado que en todas las obras acometidas en La Habana por la alianza Unión de Construcciones Militares (UCM) y la francesa Boygues Batiment Internacional (BBI) se han experimentado atrasos considerables. Sospechamos que la entrega “llave en mano” superará los 43 meses planificados por cronograma.


Indios y Helms-Burton en el ambiente

La BBI es subsidiaria de la Boygues Construction, una transnacional que opera en 80 países y provee empleos a más de 50 mil trabajadores de todo el mundo. Su política empleadora establece un 43% de contratados franceses y un 57% de nacionales.

En 2016, durante la construcción del Manzana Kempinski, se produjo un éxodo de trabajadores nacionales que interrumpió las labores más complejas. La entidad contratista Cayo Santa María, subsidiaria de UCM, no fue capaz de cubrir el déficit de operarios a causa de los bajos salarios ofrecidos, entonces BBI contrató trabajadores indios con salarios de dos mil dólares mensuales, pues los sindicatos internacionales, que hostigan el tráfico de mano de obra y la esclavitud laboral, monitorean de cerca a esta compañía.

La prensa internacional detonó el escándalo. Cómo justificación, el oficialista Juventud Rebelde descalificó a los trabajadores nacionales, afirmando “que un obrero indio rendía por cuatro cubanos”. Inmediatamente los foristas de Cubadebate exigieron un debate en la Mesa Redonda, pero el espacio televisivo no dio respuestas. El tema fue archivado en el frigorífico para bajarle la temperatura.

A pesar de los pesares, no es descartable la reaparición de los indios en la construcción de marras, a quienes pagarán por sus servicios —según cálculos a priori— un total de 30 millones de dólares. Igualmente, conviene advertir que tras la activación del “título III de la ley Helms- Burton”, la compañía francesa corre el riesgo de ser demandada por lucrar con propiedad robada por el Estado cubano.

Volviendo al hueco

Debido a la forma irregular de la furnia y las pendientes empinadas que dificultan la extracción de millares de metros cúbicos de áridos por medio de equipos pesados, existe la certeza de que las labores de fundición estructural del complejo de sótanos hasta el nivel de la calle se prolonguen por más de seis meses. El despegue hacia las alturas se iniciará con la instalación de las grúas de torre.

Además, según maqueta, el frontis del hotel asomará por la calle 25, por lo que el inmueble multifamiliar de 12 apartamentos, con número 402 y rótulo “25 y K”, único existente en ese borde del vial, parece sentenciado al desalojo y la demolición, por considerarse un estorbo antiestético.

Para concluir, podemos apostar que por cada tonelada de hormigón empleada en la fundición de la “torre López-Callejas”, serán extraídas más de tres toneladas de escombros de una ciudad que se derrumba a pedazos.

 

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