Pawel Lindo ha viajado cinco veces a Cuba. En su última visita trajo por primera vez su proyecto “Bailar para conectar”. Una experiencia que lleva desarrollando algún tiempo en otras partes del mundo, pero donde el motor impulsor ha sido la música cubana.
La primera orquesta que Pawel conoció fue la Charanga Habanera; un amigo peruano le mostró su música y desde ese momento quedó enamorado de los sonidos creados en la isla caribeña.
La base fundamental de este proyecto es precisamente que las personas conecten, “a través del baile todo el mundo se comunica de diferentes formas sin importar religiones ni culturas. Hay más que baile, más que música, y es el amor entre los seres humanos”, dijo a ADN Cuba Pawel Lindo.
Justo esa es la misión de este alemán durante este 2020, llevar la música cubana a diferentes partes del mundo. Por lo pronto, regresará a su país y luego a Brasil, después quién sabe a dónde.
Este joven rubio, de ojos verdes, alto, y con buena apariencia, dice que es alemán de la tierra, polaco de la sangre, pero que su corazón es de Cuba.
“La música cubana me levanta. Yo pienso que no deberían existir prejuicios y límites hacia una nación o hacia las personas, no importa de qué parte del mundo sean. Por eso me interesa llevar esta música a todas partes, para que el mudo se abra a Cuba, y también Cuba se abra al mundo”.
Sin embargo, Pawel no solo se dedica a viajar por el mundo escuchando música cubana, él estudió por ocho años en la Universidad de Alemania y terminó las carreras de Derecho, Ciencias Políticas y Negocios Internacionales. Actualmente trabaja como profesor e intenta enseñarles a sus alumnos una filosofía de vida similar a la que vive. Solo en sus vacaciones emprende viaje.
Pawel conoce bien la música cubana. Dice que aprendió con Andy Rubal, con Gabriel Rodríguez de El Trabuco, con el Samuray que canta con La Charanga Habanera. “Con esos muchachos me encontré, hablamos, aprendí un poquito. Pero claro que siempre se aprende más en la calle, cuando la gente intercambia con las otras personas”.
Es que Cuba tiene esa conexión especial, un ritmo difícil de evadir, una musicalidad que enamora. “Los cubanos ya son alegres, entonces hay una base muy buena. Pero logramos conectar además a mucha gente de Asia, a los yumas, como dicen, a los americanos, a los europeos”.
Bailar para conectar supo elegir bien los escenarios. “El Parque Central es un lugar muy conocido, muy público, donde toda la gente pasa. Y en mi opinión es un lugar muy bueno para conectarse con la gente, es algo muy conocido, un símbolo digamos, de la Habana, de Cuba”.
Pero no en todos los lugares de Cuba está permitido bailar y eso Pawel no lo sabía. Como el desconocimiento de la ley no te exonera de su cumplimiento, tuvo que pagar una multa de dos mil pesos cubanos por bailar en el bulevar de San Rafael.
El incidente ocurrió una mañana. El administrador de un local del Bulevar se acercó a Pawel y le dijo que ahí no podía estar, que fuera más adelante a bailar. No quedó otra opción que irse, pero en la tarde regresó y ahí fue cuando la justicia lo llamó por segunda vez, pero ahora no para aconsejar, sino para multar.
“Fue mi error y de eso aprendí”.
Ese día de poco valió andar con cubanos, porque Pawel casi siempre anda rodeado de cubanos, de esos amigos que ha conseguido en sus cinco viajes a la isla, ese día nada lo salvó de pagar por equivocarse de sitio. Por eso prefirió volver al Parque Central, donde no hay policías que impiden “Bailar para conectar”.
Pawel encontró en Cuba lo que estaba buscando: buena música y excelente baile, ese que hace que las personas conecten, se miren, dialoguen, y rían, aunque sea en una canción que compartan.
Para él lo más importante es ser una buena persona y compartir el amor y la paz; tener valores, pensar en la familia. “Y eso a través del baile y la música se logra”.
“Me gustaría mucho hacer música y bailar con los grandes de Cuba, por ejemplo: Maikel Blanco y su Salsa Mayor, Manolito Simonet y su Trabuco, Alexander Abreu y Havana de Primera, Los Van Van, la Charanga Habanera... Si ellos podrían comunicarse conmigo, sería una cosa muy linda y un sueño hecho realidad”, confiesa Pawel.
Justo conversábamos en el Parque Central. A rato miraba su reloj como quien espera algo. Quería volver a bailar, siempre bailar. Entonces se levanta y dice con total seguridad: “¿De Cuba? De Cuba hay impresiones bastantes diferentes. Hay gente que dice que es un país pobre, del Tercer mundo. Pero otros se quedan impresionados por la alegría y la felicidad con la que viven los cubanos en medio de tanta pobreza, a pesar de eso, la gente logra ser feliz. Por eso es que muchos viajan a Cuba, para entender eso, y después se llevan la mejor impresión, se llevan un pedazo de Cuba en el corazón”.