La juventud y los cambios en Cuba

La apatía por mover el carro de la historia y la falta de carácter son rasgos fisonómicos distintivos de los jóvenes cubanos, que se cansan por la falta de futuro y los caminos sin salida
Jóvenes cubanos, estudiantes de politécnico
 

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La crisis empeora cada día y los cubanos se cansan por la falta de futuro y los caminos sin salida. Sobre todo, los jóvenes, que no vivieron el momento de la revolución ni sus décadas posteriores de inmovilismo estalinista. Hoy, la apatía por mover el carro de la historia y la falta de carácter son sus rasgos fisonómicos distintivos. 

ADN Cuba conversó con jóvenes de barrios de La Habana para conocer su posición política y el lugar que tomarían si en Cuba se desata un estallido social.

Juan Manuel Gato, del barrio Romerillo, tiene 25 años y una niña recién nacida. Dice que él vive para su familia y su religión. No le interesa más nada.

“Durante la semana trabajo en el invento y lo que ahorro lo divido en la comida de la casa y en la fiesta de viernes y sábados en el emboro: la iniciación y ritos de mi religión Abakuá”.

“Somos muchos los que estamos en esta religión, sobre todo jóvenes, y para nosotros es nuestro partido y la segunda familia. Desde que se fundó, por allá en los tiempos de la colonia hasta hoy, a los Abakuá no les ha interesado la política, porque sabemos que es sucia, que es un medio de vida y un camino para los que sueñan con llegar al poder. Nuestro principio es la hermandad y el código de honor en el que vivimos, desde la iniciación hasta la sepultura”.

Piti, del barrio Los quemados, en Marianao, confiesa que cuando se forme el San Quintín, los muchachos del barrio les irán arriba a los establecimientos financieros y de comida.

“Parece cómico, pero los muchachos de aquí hemos hablado mucho del tema y nos hemos repartido los lugares a impactar en caso de una revuelta. Narciso, que es el líder de un grupo, se agenció la CADECA que está en la calzada 51. La pared de atrás da a una escuela, que de seguro estará cerrada en medio de las protestas callejeras y le será fácil entrar por ahí. Lo mío es la tienda El cisne, que será un jamón, porque de noche seguro quitan la luz y con un corta cristales para la puerta será cuestión de minutos. En tiempo de guerra sobreviven los de la mayor logística. Eso lo leí en un libro”.

Otro que tiene al pillaje como método de lucha es Asdrúbal, del canal del Cerro. Ha estado preso por robo en dos ocasiones y piensa que su desquite contra el estado vendrá con el estallido social.

“Porque la gente está cansada, con miedo, pero cansada, de lo mismo con lo mismo. Y tal vez uno solo siente miedo, pero cuando se juntan muchos miedos aparece la valentía colectiva, que es letal. De todas formas, yo soy ladrón y no un político, y mientras se debaten en la calle en una nueva revolución, hay mejores cosas que hacer; por ejemplo, vaciar el banco del Aimejeiras, o el de La Lisa, que el custodio es un viejito que se muere de un solo empujón”.

Michel Ferrera, de la barriada 10 de octubre, es un joven universitario con ideas progresistas y muchos deseos de promover un cambio social en el país, pero dice que su proyecto político de llamado a la desobediencia civil no ha fructificado, por la falta de la fuerza de acción que necesita.
“Cualquier cambio de régimen en un país es impulsado por la juventud, históricamente fue así, pero en Cuba, en esta etapa de la historia que vivimos, ese principio no se cumple, porque quienes más necesitan el cambio menos hacen por conseguirlo. Ese debía de ser un tema de estudio.

Puede haber excepciones, pero la media es una juventud pensando en dos soluciones: una, de generación espontánea y sin tránsito por los procesos naturales de lucha, sacrificio, inmolación, incluso la muerte, que son propios de estos eventos, y dos, la búsqueda de la libertad y la felicidad en la partida hacia el exilio”.

 

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