La "bolita", la lotería de la Cuba comunista

Luego del triunfo revolucionario y el fin de la lotería, en nuestro afán por seguir apostando, los cubanos inventamos la bolita, una modalidad callejera y marginal de la lotería
 

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En Cuba, desde niño nos han inculcado que el jugador callejero, el apostador, es un vicioso, un delincuente. El que juega y apuesta no es un “mal ser humano”, aunque pudiera estar cegado por la avaricia y la codicia. Pero, ¿la avaricia es un delito?

“Al mismo inicio de la Revolución, debido al proceso de nacionalización, se fueron eliminando las casas de juego, pero fue progresivo, no inmediato”, cuenta Pedro González (69 años), ex fiscal provincial en Santiago de Cuba durante la década de 1980. “Por ejemplo, se eliminó la lotería nacional. Hasta mediados de los años 60 hubo mesas de billar en los cafetines, las fondas y los bares, se jugaba y se apostaba”.

La lotería nacional se creó durante la época de la colonia. Antes de 1959, la lanzaban por la radio y la televisión. Los tickets de las apuestas se vendían en los estanquillos de prensa, los bares y cafés. El gobierno liderado por Fidel Castro alegó que la lotería estaba al servicio de la corrupción, el fraude y el viejo régimen. Cuando desapareció la lotería, se creó en su lugar el Instituto Nacional de Ahorro y Viviendas. En sólo un año esta institución edificó más de mil 300 viviendas, que se otorgaron a los ciudadanos por todo el país, algunos barrios aún llevan el nombre de su presidenta fundadora, Pastorita Núñez.

Pero después de Girón la Revolución se volvió socialista. Y en Mayo de 1968 lanzó la “ofensiva revolucionaria”, eliminando todo vestigio del juego por dinero y la propiedad privada. Intelectuales e historiadores críticos alegan con vehemencia que se quiso imitar el modelo soviético, más por complacencia con los nuevos aliados que por deseos de los propios cubanos.

Años más tarde, en su afán por seguir apostando, los cubanos adoptamos la bolita, una modalidad callejera y marginal de la lotería.

“En el código penal hay un artículo específico sobre el juego prohibido y hay pena judicial de hasta 8 años por juego ilícito”, advierte el fiscal.

“En la década de 1980 hubo proliferación de la bolita. En la década siguiente continuó el auge de la bolita y muchos otros negocios ilícitos. Entonces hubo el llamado ‘plan maceta’ y se les confiscaron los bienes a estos ciudadanos. Este plan está amparado en la normativa de ‘enriquecimiento ilícito’. Cuando la justicia no puede probar de dónde salieron el dinero y los bienes materiales, el proceso lo lleva a cabo el Ministerio de Economía y Planificación”.

“Te confiscan los bienes, porque evidentemente has cometido el acto violatorio de ‘enriquecimiento ilícito’. Pero no te meten preso, te dejan desnudo. En los años 70 se aplicó también este decreto contra gente que vendía cigarros y alcohol”

“Me imagino que en los CDR, todos saben quién vende qué, o juega qué, o apuesta qué”, le pregunto. “Por supuesto, el gobierno todo lo sabe. Los ‘segurosos’ y los ‘chivatos’ saben que en Cuba casi todo el mundo juega bolita o jugó, hasta los más acérrimos presidentes del CDR y fidelistas. Mi suegro era el más fidelista que pudo haber, era un constructor muy trabajador, fue constructor civil de las FAR y fundador de la Escuela Inter Armas José Maceo; trabajó toda su vida hasta los 90 años, hasta que murió, y siempre jugó bolita. Eso no afecta la integridad de nadie”.

Un vecino del barrio, de 67 años, ex recogedor de bolita, cuyo nombre me reservo, sufrió prisión en los años 80 por dedicarse a esa actividad. Ya sanado de rencor, me cuenta bromeando que en los 80 la población carcelaria cubana se componía de: 50% de boliteros, 30% de “matarifes” asesinos de ganado vacuno, 15% de ladronzuelos de poca monta de bodegas y carnicerías y vendedores de divisas, y sólo un 5% eran asesinos y violadores. Sí, “los estrictos valores de la sociedad comunista” hicieron pagar bien caro el pequeño desliz de unos hombres no tan malos.

 

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