El Calvo, como todos le dicen a Yuliesky, recorre las calles del residencial Siboney, en La Habana, dos veces al día en una bicicleta desvencijada, traída de China, de aquellas que repartió el gobierno en la década de 1990. Su único propósito, mismo que comparte con el viejo Euclides, es recoger las jugadas de la clandestina lotería cubana conocida como La Bolita, con la diferencia de que el Calvo vive en otro barrio.
La Lotería Nacional de Cuba quedó prohibida el 20 de febrero de 1959 mediante la promulgación de la Ley 86, pero puede que el Calvo desconozca eso, y desconozca también el capítulo 13 del Código Penal cubano, que en su artículo 219, referido a los juegos prohibidos, explica que:
"El banquero, colector, apuntador o promotor de juegos ilícitos es sancionado con privación de libertad de uno a tres años o multa de trescientas a mil cuotas o ambas. Si el delito previsto en el apartado anterior se comete por dos o más personas, o utilizando menores de 16 años de edad, la sanción es de privación de libertad de tres a ocho años".
Cualquiera que sea el grado de instrucción, la gente en Cuba tiene conocimiento de que vincularse con La Bolita es ilegal, y que además de las sanciones mencionadas, las autoridades contemplan el decomiso de bienes e inmuebles, incluidas las viviendas, en el caso de los banqueros.
El Calvo es uno de los tantos apuntadores, o listeros, que pululan por la geografía nacional, un ejército que no tiene escrúpulo a la hora de explotar la ilusión del cubano que sueña apalear la pobreza con un golpe de suerte.
La Bolita tiene sus orígenes en el siglo XIX, con la llegada de los emigrantes chinos, quienes trajeron la charada, que contaba de 36 números que representaban algunos animales, insectos, objetos y oficios.
El pueblo cubano asimiló la charada china junto a la lotería hasta convertirla en la actual charada de 100 números que se utiliza para interpretar sueños y acontecimientos a la hora de hacer las jugadas en La Bolita.
Desde las siete de la mañana el Calvo recorre las calles de Siboney a la vista de todos, deteniéndose solo en aquellos lugares donde le hacen el favor de recogerle las jugadas, o cuando alguien lo aborda, pero con mucha precaución.
El método de Euclides es diferente: a simple vista él solo es un anciano que vende cigarros y ron, pero desde bien temprano abre la puerta de su casa y se sienta en la sala con una libreta donde apunta los números, y una caja de tabacos donde pone el dinero.
En Siboney son muchos los que cada día depositan su confianza en los números, y a esto no escapan “los factores” del barrio, los dirigentes, los conocidos chivatos, e incluso, algún que otro policía o retirado del MININT o las FAR, que bajo el pretexto de ir a comprar cigarros a casa de Euclides, dejan su papelito con los números del día y el dinero correspondiente.
Históricamente los números ganadores se escuchaban por las señales de la radio de la Florida, luego aparecieron las antenas satelitales y más recientemente, con las nuevas tecnologías y la apertura al internet, la gente ha comenzado a utilizar algunas aplicaciones para teléfonos inteligentes.
Desde su bicicleta, el Calvo contó a ADN CUBA, con algo de reticencia, que “la cosa” para él siempre ha estado mala y que, aunque tiene que estar todo el día dando pedal y con el temor de que lo atrape la policía, al menos con la bolita tiene algo seguro para llevar a su casa.
“Tengo un salario fijo y además me pagan algo más dependiendo de la cantidad de dinero que recaude”— explicó.
Un caso que causó mucho impacto en los vecinos de Siboney fue el de Sonia, una apuntadora que en el 2014 terminó suicidándose al no poder pagar una deuda de 40 mil pesos que contrajo tras una mala jugada en la bolita cubana.
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Al respecto el Calvo dijo que “lo que sucede es que a veces los apuntadores se quedan con algunas de las jugadas que hace la gente. Alguien le pone 100 pesos a un número y el apuntador no se lo entrega al banquero. Uno se queda con ese dinero confiando en que el número no va a salir”.
“Pero lo que pasó con Sonia fue que tuvo mala suerte. Tuvo mala suerte muchas veces. A ella le pasó que le salieron muy seguido algunos números con los que se quedó, vendió algunas cosas de la casa, pero aún así no le dio la cuenta”— dijo el Calvo y añadió:
“Si el paletazo es muy fuerte hay alguna gente a la que logras convencer de que no puedes pagarles o de que le vas a pagar poco a poco diciéndole de que se te olvidó entregar los números, que eso es algo que a veces funciona, pero Sonia se cruzó con un atravesa’o que la amenazó con desquitársela con su familia si no le pagaba, y por eso fue que terminó ahorcándose”.
La Bolita ha causado muchas muertes, divorcios y desvíos exorbitantes de los recursos del estado. Son muchos los que han terminado vendiendo sus bienes, sus motos, carros y hasta las casas, y muchos los que a pesar de eso no logran zafarse de la adicción al juego, confiando en que algún día van a tener la suerte de hacer la jugada que los haga ricos.