Quien desee conservar la salud y la cordura, debería mantenerse lejos del periódico Granma, el órgano oficial del Partido Comunista de Cuba. Pero a veces hay que tragarse el purgante, aunque uno apriete los ojos y haga muecas de repugnancia, para saber qué pasa por las neuronas de los jerarcas cubanos.
Hoy es uno de esos días; le recomiendo que tenga a mano un libro de su gusto o un caramelo, para que, al terminar la caminata por el infierno de letras rojas y negras, la visión y el sabor de las cosas dulces de esta vida le devuelva el ánimo.
Un vocero de la prensa oficial, Javier Gómez Sánchez pidió cárcel para los periodistas independientes sin molestarse mucho por encubrir sus verdaderas intenciones. Ahora la justificación es el coronavirus.
Dice el 'periodista' que fluyen las noticias falsas en redes sociales, que se esparce la desinformación por aquí y por allá, y que, en “páginas web financiadas por Estados Unidos”, desinforman a la población cubana.
De seguro ADN Cuba es una de esas páginas que paga el Imperio del Mal para confundir las mentes de nuestros tontos compatriotas. Suerte que la isla tiene al Partido para aclararlo todo.
Y CiberCuba, El Toque, Cubanet, Diario de Cuba, 14ymedio, Periodismo de Barrio… también están en la nómina del lado oscuro de la Fuerza. Suerte que allí está la Seguridad del Estado y sus caballeros Jedi.
Ni Granma ni su vocero se preguntaron qué es una noticia falsa. ¿Informar sobre el desorden en los centros de aislamiento, hospitales sucios y mal abastecidos, las multitudes en busca de comida, incluso a riesgo de contagiarse, es mentir? ¿Quién define qué es una noticia falsa?
Granma sabe mucho de noticias falsas. No hace un mes dijo en portada que el coronavirus fue un invento de científicos estadounidenses para hacer la guerra al Celeste Imperio, aunque, claro está, Granma no llama de ese modo a la República Popular China, pueblo hermano.
Cabría pensar que la dirección de ese diario sabe reconocer una noticia falsa cuando la ve, porque reproduce noticias falsas y otras las inventa. Asombra la imaginación del periódico Granma para idear conspiraciones, oscuras intrigas detectivescas que convierten las películas de Hollywood en cuentos para niños. Faltó decir que al final siempre está la mano negra y peluda del Imperio.
Lástima que la imaginación de sus periodistas sea menos fructífera para inventar alguna marca de estilo. Ahora mismo un anciano pensionado, miembro de la Asociación de Combatientes y militante del Partido está leyendo una línea, sólo una de ese periódico, y los huesos de Cervantes se retuercen en su tumba.
Cierto, en redes sociales abundan los rumores. Y el coronavirus ha provocado reacciones histéricas, cuentos del fin del mundo, alucinaciones colectivas… Nada de esto es nuevo; en verdad es muy humano. Los gobiernos son responsables de exigir cordura a la ciudadanía y de velar por la tranquilidad pública.
Pero nadie debe llamarse a engaño: al Partido únicamente le importa mantener la lengua del cubano bien guardada entre los dientes. Y el poder. Granma es el gramófono del Partido, y no importa qué disco reproduzca ese panfleto al que llaman “periódico”: siempre suena la misma canción.
Hemos visto cómo multan, encarcelan y amenazan a periodistas independientes en Cuba. El caso más reciente es el de Mónica Baró, pero no es el único ni será el último. Está en la naturaleza del castrismo hacer estas cosas; hoy día llama la atención porque parece que los sabuesos del pensamiento libre están desbocados, como si el amo los hubiera sacado de la perrera al campo luego de años de hambruna calculada.
¿Qué pasará por las conexiones sinápticas de esas neuronas estalinistas? Puede que esta furia represora sea el espasmo de un cuerpo moribundo. ¿O es el renacer de viejas y profundas maldades, como los ciclos cósmicos de los milenarismos, en los que el mal viene y va como las mareas, pero nunca desaparece? Porque el castrismo está ahí, arrugado como Raúl, pero vivo.
Nadie sabe con certeza. Habrá que esperar unos años más. Mientras llega el Día, habrá que seguir lidiando con el gramófono y sus canciones, que rechinan a grilletes y tribuna abierta. Más temprano que tarde, sonarán las trompetas de la democracia y la libertad de prensa.