La madre cubana María Acosta vive con su hijo pequeño en el municipio Baracoa, provincia Guantánamo, y se encuentra desempleada, por lo que ha tenido que prostituirse para llevar comida a su casa.
Acosta contó a ADN Cuba que tuvo que prostituirse porque no tenía trabajo para mantener a su hijo.
"El joven aquí no tiene futuro. Dicen que la delincuencia y la prostitución en Cuba es una cosa mayor pero es que no se dan cuenta que no hay trabajo en ningún lado. Todos los gobernantes de aquí se olvidan del pueblo", explicó.
María, con 26 años y noveno grado ha estado presa en dos ocasiones por prostituirse.
Durante la pandemia de COVID-19 trabajó durante dos meses en el hospital 'Octavio de la Concepción y la Pedraja' en Baracoa. Sin embargo, fue despedida ante el descenso de casos de coronavirus y la incorporación de trabajadores de la institución.
"Dos meses trabajé ayudando en la COVID-19 y nos sacaron. No les importó si éramos madres con niños, no les interesó nada", agregó.
Además, mientras Acosta trabajaba en el hospital, le aplicaron una multa de 3000 pesos cubanos (120 dólares), porque intentó comprar dulces a un vendedor informal.
"Yo iba a comprar y los funcionarios sin explicar, sin hacer llamado de atención me aplicaron una multa".
María Acosta solo pudo pagar 1000 pesos de la multa, por los dos meses que trabajó.
"Me dirigí al gobierno a explicar mi situación y lo único que me respondieron es que tenía que pagar", explicó.
La crisis económica en la Isla se ha agudizado con la pandemia y con el llamado 'ordenamiento monetario'.
A diez meses de implementada esta política, su gestor Marino Murillo reconoció en los medios oficialistas que hay una inflación en el mercado informal del 6900%.
Explicó que los costos de la canasta de bienes y servicios de referencia casi duplican los números diseñados del régimen. Aceptaron además que la capacidad de compra se vio muy afectada con la reforma salarial, sobre todo para las familias de menos ingresos.