En torno a la figura del extinto dictador Fidel Castro aún giran muchas supuestas virtudes y logros del proceso revolucionario que lideró. Sin embargo, gran parte de eso son mentiras que obedecen a manipulaciones históricas del régimen de la isla y sus adeptos, según afirmó el ex preso político cubano Luis Zúñiga Rey.
En una reciente entrevista con ADN Cuba, Zúñiga fue tajante respecto al estado socioeconómico del país antes de 1959 y lo que significó para el mismo la revolución y la imposición del modelo socialista. Asimismo, arremetió contra ideas fijadas en el imaginario histórico de muchos cubanos y la historiografía oficialista del proceso dirigido por los Castro.
“Lo primero que hizo (Fidel Castro) no fue un programa de alfabetización. Cuando llegó el 8 de enero a La Habana lo primero que hizo fue fusilar. A los tres días ya estaba dictando una orden ejecutiva estableciendo la pena de muerte en Cuba y peor, con efecto retroactivo, es decir, para aplicársela a personas que habían cometido, según él, delitos anteriores, como oponerse a su revolución”, subrayó Zúñiga, encarcelado varias veces por el régimen mientras estuvo en Cuba, siempre por motivos políticos.
“La campaña de alfabetización fue hacia el campo, donde estaba el 12 o 13 por ciento de las personas analfabetas. Cuba era una república en desarrollo, con muchas diferencias entra las ciudades y el campo… Fidel Castro usó esta campaña con fines ideológicos de adoctrinamiento de las masas marginadas del desarrollo”, agregó.
Para el explícito opositor a lo que aún muchos insisten en referir como una revolución, pese a que dejó de serlo hace tiempo, los logros de Cuba en materia de educación, y también de salud, están sobredimensionados. Lo que hicieron los llamados líderes revolucionarios fue alfabetizar adoctrinando y crear un sistema educativo que sesga políticamente y adoctrina a los cubanos desde pequeños.
Ello es comprobable en los libros de enseñanza básica, donde imponen la admiración a figuras históricas afines al comunismo y desdeñan la crítica y la oposición.
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Zúñiga recordó en su intercambio con esta revista los índices que tenía Cuba en el momento del triunfo revolucionario. Eran de primer orden en Latinoamérica y también en el mundo. Incluso en mortalidad infantil, de lo que más presume el régimen, Cuba era en 1958 el décimo país del orbe con mejor comportamiento en ese indicador, dijo, al tiempo que subrayó que “la revolución no encontró una Cuba destruida”.
“Eliminó la educación privada e hizo obligatoria la educación estatal con adoctrinamiento. Para entrar a la enseñanza superior había que tener integración revolucionaria”, agregó el ex preso político y exiliado, quien tuvo que “dar bandazos” por cuatro carreras universitarias porque de todas lo querían expulsar, como finalmente terminó sucediendo, por no formar parte de ninguna de las organizaciones políticas del régimen.
En su análisis y crítica de la defensa del socialismo en Cuba, Zúñiga subrayó que ese modelo de sistema promete dar todo a los ciudadanos, “hasta la caja para enterrarte cuando te mueras”, pero eso siempre es a cambio de que todos cedan y renuncien a sus libertades y derechos individuales, como el de votar y democráticamente elegir a otros.
“El sistema no funciona, no funcionó ni en la URSS, con todos los recursos naturales que tenía”. Destruye las economías y pisotea los derechos ciudadanos, concluyó.