Si algo abunda en la Cuba de Raúl Castro y Miguel Díaz-Canel son los eufemismos. No hay “coyuntura” ni “Período Especial” o crisis económica que detenga la fecunda producción de frases inútiles de triunfo, en medio del deprimido escenario nacional.
No han pasado aún 24 horas del 2020 y ya el Presidente de la República, urgido por el mandato del “trabajo político-ideológico”, orientó a las masas populares que asumieran el nuevo periodo como “otro año de excepcionalidad positiva”.
Es “un buen momento” para eso, según dijo Canel en Twitter, al intentar darle cuerpo a la idea de que los cubanos somos “vencedores del imposible”.
¿Qué es la “excepcionalidad” para un país? ¿Puede ser positiva? ¿Cómo se vence lo imposible?
Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, la excepcionalidad es la capacidad de ser “excepcional”, y esto, a su vez, es todo aquello que sea una “excepción de la regla común”, “que se aparta de lo ordinario, o que ocurre rara vez”.
Lógicamente algo excepcional puede ser positivo, y muchas veces se usa ese adjetivo como sinónimo de excelente. Sin embargo, la necesidad de reiteración de Díaz-Canel— y más que eso la vida cotidiana en Cuba durante los últimos 61 años—, nos hacen sospechar que la Isla es efectivamente una “excepción”, pero de las malas.
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El giobierno cubano ha intentado incluso exportar su "excepcionalidad" a otras naciones. En algunos casos no lo ha logrado, aunque insiste; y en otros sí.
Allí tenemos por ejemplo, los intentos desestabilizadores en países de la región como Ecuador, Chile, Bolivia y Colombia, cuyos gobiernos han acusado al régimen cubano de promover protestas. Y vemos también a Venezuela, que a estas altura ya se ha convertido en una excepción más excepcional que Cuba.
Miguel Díaz-Canel no se contentó con lanzar a los cubanos en 2019 hacia un periodo “coyuntural” que no termina, sencillamente porque es pate de la esencia del sistema sociopolítico cubano, que no produce riquezas porque limita la iniciativa privada y debe acudir a expoliar otras naciones, o a rentar la fuerza de trabajo propia bajo condiciones de explotación laboral.
Pero como tampoco puede reconocer que nada cambia en la Isla, ha elaborado esta otra propuesta, esperando acaso que cumpla su función reparadora en el ánimo popular y no prenda en la mecha volátil de la industria nacional de memes y burlas.