La telenovela cubana El rostro de los días tiene mucha tela por donde cortar. Si bien se ha disfrutado de jóvenes actores que han refrescado la pantalla –así como de otros consagrados como Fernando Hechavarría, Nancy González, Yasmín Gómez, Luisa María Jiménez, Obelia Blanco, Rubén Breña o Daysi Granados–, también nos hemos tropezado con pésimas interpretaciones, tramas poco creíbles, personajes a medias que no logran desarrollar su conflicto, emociones “mutiladas” (como es el caso de la pareja gay), y con escenas que muestran errores de continuidad.
Sin embargo, esta producción que ya venía con el sambenito de no superar a su predecesora Entrega –ciertamente, no lo ha logrado–, tampoco será otro sonado fracaso de la Televisión Cubana. El Rostro de los días es una producción “decente”, que aportó mucho a la audiencia cubana y que se atrevió, como casi nunca en la TV de la isla, a reflejar los horrores que sufren mujeres y niñas por violencia intrafamiliar.
ADN Cuba entrevistó a Liliana Sosa, actriz que interpreta el papel de Lía. Esta muchacha de 20 años parece mucho menor, entre otras cosas porque tiene una voz muy dulce y se ríe tímidamente.
“Llegué a la novela casi de casualidad. Cuando me estaba preparando para los exámenes de la Universidad de las Artes (ISA), con Masiel Dueñas y el grupo Abril, llegó la asistente de casting de El rostro de los días, Yoarkis Despaigne, para hacer unas pruebas de fotos. Yo no quería porque ese día ya estaba muy cansada, había demasiadas personas, pero ahí estaba Rodrigo Gil (actor que interpretó a Saúl), quien ya era mi amigo. Fue él quien me motivó a hacerme las fotos. Tres meses después nos llamaron para un casting de actuación”.
Justo en la primera prueba de actuación Liliana conoce, grosso modo, la historia del personaje de Lía: sería una adolescente víctima de violación. A pesar de eso, Liliana decide enfrentare al reto.
“Tuve un poco de temor, era una responsabilidad inmensa asumir el conflicto al que se enfrentaba Lía en la novela; es terrible el hecho de que una menor de edad sea violada dentro de su propia casa por su padrastro. No solo es complicado visto desde el punto de vista social, sino también desde lo actoral, interpretar ese papel no era fácil”.
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Como toda una profesional, Liliana se preparó, estuvo buscando información sobre casos similares, aprendió sobre los comportamientos que asumían las víctimas cuando algo así les ocurría. Supo que el tema de la violencia hacia las mujeres es bien complicado, que por lo general los abusadores siguen el mismo patrón, y las agredidas en la mayoría de los casos se quedan en silencio. Peor aún: se sienten culpables por semejante atropello y se frustran, porque sienten que cuando cuenten la historia no les creerán.
“En el período de investigación sentí angustia. La situación de Lía es uno de los grandes temores de Liliana. A mí me daría pavor pasar por algo similar: ser violada, ser acosada, ser abusada sexualmente. Pensar que eso podía pasarme en algún momento, me sirvió de estímulo para lograr las emociones que se reflejaron en pantalla”.
Giro perfecto para quedar en la memoria popular
En Cuba hay una fuerte tradición de novelas, tanto en radio como en televisión. En los años 50 del siglo anterior nuestro país fue referente latinoamericano en la producción de estos melodramas. De aquel entonces se recuerda la precursora El derecho de nacer. Luego fue famosa Sol de batey, y en décadas recientes sobrevivieron otras como Tierra Brava, Al compás del son, Doble juego, o Salir de noche.
En los últimos 10 años pocas telenovelas han ganado los aplausos, pero con Entrega, la que antecedió a la actual, pareció que otra vez asomaban propuestas interesantes y populares en la televisión. Y digo “pareció” porque El rostro de los días, casi llegando a su final, logró atrapar a los televidentes. Volvieron a “salirse” los personajes de la pantalla y convivir en los hogares. Otra vez se logró crear relaciones amor/odio entre público/actores.
Lía es un personaje dulce, inteligente. Una adolescente centrada en su vida, que respeta y quiere a su madre. Se ha rodeado de buenos amigos, pero nada de eso evitó que abusaran sexualmente de ella. Lía es un personaje querido, mientras René, el “Machi”, encarnado por Roberto Espinosa, es odiado y repudiado por las audiencias.
“Creo que si Lía no hubiese sido un personaje positivo también el público habría sufrido con lo que le pasó, porque nadie merece pasar por eso en la vida y menos una niña a la que prácticamente le arrebatan su adolescencia; pero si a eso sumas la nobleza que tiene ese personaje, eso ayuda en la identificación y la sensibilidad que han demostrado las personas por ella”.
Continuar actuando luego de las escenas de violación, fueron las más difíciles para Liliana.
“Fue complicado seguir grabando después de la violación. Ese fue el punto de giro del personaje. Luego a Lía le cambió el carácter, las emociones y las psicologías también cambiaron. A eso suma que ya estábamos en la fase final de grabación, llevábamos un año trabajando, había cansancio acumulado. Además, estuve enferma en esos días”.
Como mismo fue complicado para la actriz seguir en su personaje, luego de la violación también lo fue para Roberto, pero en la vida real. Durante las últimas semanas se ha visto una oleada de memes y mensajes de odio contra el actor que interpreta a René. Borraron la línea que separa un tema cotidiano representado en la ficción, y la vida personal del actor.
“Tengo una relación muy bonita con Roberto. Logramos cultivar una amistad mientras estábamos trabajando. La confianza que generamos ayudó mucho en la grabación, nos queríamos mucho.
“Me ha sorprendido la reacción de las personas en las redes sociales, ha sido muy fuerte. Han criticado y se han manifestado contra la violencia y el abuso sexual, y eso es muy bueno porque se logró el objetivo. Pero, por otro lado, me asombra y veo mal que varias personas no supieran diferenciar entre la realidad y la ficción. Se confunden y han comenzado a agredir a Roberto, pero él es un actor que ha hecho bien su papel, por eso se ha ganado el odio de una parte del pueblo. También piensan que yo fui violada, que aún estoy traumatizada, y eso es complicado de manejar”.
Es un acto valiente reflejar en televisión el tema de la violencia de género, llegar a cada hogar y mostrar crudamente lo que pasa muchas veces, pero casi nunca se sabe.
“Debería existir en Cuba más espacios que denuncien y presenten estos temas. Cuando se muestra esta realidad triste, ayuda a que las personas tomen conciencia, y otras se llenen de valor para dialogar sobre sus problemas. Espacios como el de la novela, deben hacer más inteligentes a las personas, educarlas. Es muy importante que las personas vean qué pasa, y cómo pasa”.
El rostro de los días está llegando a su final. Los debates en las redes sociales continúan, ahora sobre las decisiones que debe tomar Lía: seguir con el embarazo, o interrumpirlo. Más allá de lo que pase en la telenovela, ya podemos anotar como un acierto su reflejo la violencia de género, provocar la polémica sobre este fenómeno que ocurre en Cuba, y pocas veces muestran en la televisión estatal.