El cineasta y actor cubano Jorge Molina ofreció un taller en el Festival Internacional de Cine de Derechos Humanos, BannabáFest, en Panamá, donde entregó diversas clases para interpretar su obra, el cine independiente y la realización audiovisual en general.
Molina conversó sobre cómo hacer cine de bajo presupuesto en un contexto tan complejo como el cubano y en otros escenarios en los que un realizador decida mantener su carrera de forma independiente.
Jorge Molina es uno de los directores más osados, interesantes y a la vez desconocidos del cine cubano. Su trabajo se enmarca dentro del amplio espectro del llamado cine gore, con guiños a otras tendencias menos conocidas del séptimo arte. Con más de tres décadas de carrera, Molina ha promovido su quehacer sobre todo en plataformas alternativas ajenas a los circuitos de distribución del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos.
El cineasta, nacido en 1966 en Palma Soriano, Santiago de Cuba, obtuvo mayor visibilidad nacional e internacional a partir del estreno de su primer largometraje Molina's Ferozz, en el que interactúan las principales características de su obra: los demonios interiores de los seres humanos, el sexo descarnado, la sangre, la violencia psicológica y la muerte.
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Graduado de dirección en la Escuela Internacional de Cine y Televisión (EICTV) de San Antonio de los Baños, Molina comenzó a realizar cine independiente en Cuba mucho antes de que este fenómeno alcanzará el debate público en la isla. Sus filmes siempre han despertado interés y repulsión al mismo tiempo. Para algunos es un cineasta de culto y otros, los más conservadores, solo ven en sus películas una vía para la provocación explícita.
Su carrera cinematográfica así lo atestigua. Filmes como Molina´s Culpa, Molina´s Test, Molina´s Solarix, y Molina´s Mofo, entre otros, han encontrado una importante audiencia entre un segmento de cinéfilos cubanos, pero apenas han sido exhibidos en la isla.
Generalmente el realizador no logra contar con una financiación remarcable para sus proyectos cinematográficos, los cuales lleva a cabo con la colaboración de amigos, de actores que valoran su trabajo y el apoyo de su equipo de producción.
A pesar de su escasa promoción en Cuba, sus filmes se han exhibido en eventos y festivales en México, Colombia, Argentina, por solo citar algunos países.
Su carrera como actor es más conocida en Cuba. Molina ha interpretado papeles en largometrajes como Madagascar y La vida es silbar, de Fernando Pérez y Juan de los muertos, de Alejandro Brugés, ente otros.
Molina también integró el jurado del BannabáFest donde el cortometraje independiente cubano El secadero, de José Luis Aparicio, estuvo entre los filmes premiados.
La película relata la historia de Mario, un policía que perdió la esperanza en la crisis económica de los años 90 en Cuba y que le ha tocado seguirle la pista a un asesino que decapitó a sus compañeros.
Aparicio presentó esta cinta como su tesis de graduación de la Facultad de los Medios Audiovisuales del Instituto Superior de Arte, pero fue censurada por los directivos de la institución. Luego fue exhibida en la reciente edición de la Muestra de Jóvenes Realizadores en La Habana.
El director atribuyó la censura a la forma en que el cortometraje desacraliza a policías y militares, un sector intocable en los medios de comunicación oficiales en la isla.
El festival de cine panameño tiene como objetivo divulgar los derechos humanos a través de la producción audiovisual y permitir que los sectores sociales en desventaja puedan denunciar las violaciones en su contra ejercidas desde los espacios de poder.