Son pocos los cubanos de la capital cuyas abuelas y madres no acudían al Tribuna de La Habana para ver qué vendría en la semana a la bodega. Una bonita práctica que se ha perdido o, mejor dicho, que ha perdido razón de ser porque los que se han perdido, cada vez más, son los productos integrantes de la llamada canasta básica.
Todo un arsenal de productos alimenticios en sus inicios, la libreta de abastecimientos es hoy poco más que un escueto telegrama en el que, mes tras mes, se anotan unos pocos productos y ya. Sin embargo, el Tribuna, órgano oficial del PCC en La Habana, insiste en ser fiel a su ADN bodeguero y recientemente, habida cuenta de que su lista de productos por venir en la semana es cuasi inútil, decidió replicar un reportaje de Trabajadores dedicado a la industria de alimentos Prodal.
Autora o, mejor dicho, productora de las conocidas y polémicas croquetas explosivas (criollas) o zafa planchas, polémicas porque gustan a unos y a otros les hace sufrir, al pegársele en el cielo de la boca, Prodal saca pecho en el reportaje y, revolucionariamente, deja dicho que no para por el coronavirus o una pandemia.
Su misión de dar alimento al pueblo seguirá firme, aunque revela que tiene producciones de otra clase que normalmente destina al turismo y que ahora por el impacto de la pandemia, al parecer lastimosamente, destinará al pueblo.
Vaya, que tenía que venir una pandemia surgida en China para enterarnos que además de croquetas criollas y salchichas, “sus productos estrellas” a decir del redacto del material en cuestión, Prodal produce artículos alimenticios de auténtica calidad, ya que, si no la tuvieran, difícilmente el régimen, dadivoso con los extranjeros y sus divisas, los orientaría hacia el turismo.
No obstante, si ya algunos empezaron a salivar pensando que degustarán croquetas menos explosivas, mejores salchichas o jamonadas durante la cuarentena y la etapa pandémica, traguen en seco, porque apenas serán unas pocas toneladas a distribuir de esos productos.
El reportaje de Trabajadores, publicado nostálgicamente por Tribuna, deja claro que la industria Prodal depende de insumos de importación mayormente, por lo que muy pronto, quizás hasta las propias croquetas varíen su calidad habitual.
De la masa cárnica deshuesada habitual, pasará a usarse masa de pescado nacional, léase mayormente claria, para hacer picadillo y mantener los productos habituales.
Por ello, resumiendo, y sin necesidad de compartir los testimonios abnegados de presunta productividad y entrega al trabajo en tiempos de crisis, o citas de vamos por más, somos continuidad, muerte al coronavirus y similares, lo que queda es que frente a la pandemia Cuba tiene picadillo de pescado y croquetas.
Siempre de la mano de Prodal, una empresa que produce para el pueblo y puede aún adornar las páginas de Tribuna, cada vez menos leído y esperado por abuelas, madres y cubanos en general.