Aylin Álvarez, primera secretaria de la Unión de Jóvenes Comunistas de Cuba, afirmó este jueves que la destitución de Armando Franco Senén de su puesto como director de la revista estatal Alma Mater “nada tiene que ver con una expulsión o sanción”.
Sin sobrepasar los límites fundamentales trazados por el régimen, en los últimos tres años Franco Senén había revitalizado en lo formal la vieja publicación universitaria y permitió experimentar con otros lenguajes gráficos y periodísticos, para llevar el mensaje de “la Revolución” a las nuevas generaciones. Su salida de Alma Mater provocó desde este miércoles descontento en parte del periodismo oficial, que vio en su gestión editorial un placebo para la censura.
“Su liberación al frente de Alma Mater, nada tiene que ver con una expulsión o sanción. Su salida se produce como un proceso natural de renovación, y responde a la política de cuadros de la UJC y del país”, aseguró Álvarez en redes sociales.
Según la funcionaria comunista, a Franco Senén “se había propuesto integrarlo a otro necesario proyecto de comunicación, lo cual se le había comunicado hace algunos días”. Dijo “sobre posibles errores de procedimiento” en la destitución del director de la revista, que “profundizamos al respecto y adoptaremos las medidas que fueran necesarias”.
Aylin Álvarez dijo reconocer “la entrega de Armando durante estos años en la revista que fundó Mella para laborar por todo lo que es beneficioso a la clase estudiantil cubana. En la dirección de la UJC Nacional somos del criterio que su impronta queda en las plataformas digitales de Alma Mater, que debemos continuar y perfeccionar”.
La primera secretaria dejó claro en su publicación que la organización comunista es quien puede “decidir sobre el cargo de un medio digital como Alma Mater. Esta revista, junto a Zunzún, Pioneros, Somos Jóvenes, El Caimán Barbudo y Juventud Técnica, pertenecen a la Editora Abril, la cual es dirigida por el Comité Nacional de la UJC”.
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Este jueves 27 de abril, Franco Senén expresó su conformidad con lo sucedido. “Es una decisión de la organización [UJC] a la que pertenece Alma Mater. Fuera de eso, no tengo mucho más que hablar. Entenderás que está el calor del momento y hay un proceso abierto en torno a eso. Estamos en la entrega y tal, en este momento no puedo decirte nada más”, dijo a un reportero del medio independiente Diario de Cuba.
Franco Senén agregó que no tiene previsto apelar la decisión ya tomada por sus superiores y evitó dar más detalles al decir que todo lo sucedido “está escrito en la escueta nota de la revista”.
Tras la destitución del director, los periodistas Yoandry Ávila Guerra y Max Barbosa Miranda renunciaron a la revista Alma Mater, según publicaciones en sus redes sociales.
Tras las reacciones por la “liberación” del comunicador oficialista, el periodista de investigación y académico José Raúl Gallego pidió en Facebook no olvidar que bajo la dirección de Franco Senén “Alma Mater reprodujo la carta del ISA contra [el estudiante condenado por manifestarse] Abel Lescay, ridiculizó los testimonios de violencia de Leonardo Romero Negrín y Alexander Hall, presentó el 11J como una consecuencia del bloqueo y todas esas muestras de propaganda (no periodismo) y de falta de ética”.
Gallego agregó que “eso es lo que hacen con los jóvenes como Armando y como muchos de nosotros. Por tal de publicar dos o tres cositas tímidas, que solo pueden verse como algo bueno cuando tienes como punto de comparación al Granma, te obligan a ceder en tus principios y en tus concepciones publicando estas otras vergüenzas”.
Según el estudioso de la comunicación, en Cuba “tenemos memoria corta, pero lo que hizo Alma Mater en este período es lo mismo que ya hizo Somos Jóvenes en los ochenta, Juventud Rebelde en los noventa, Cubadebate en sus inicios, el periódico de Cienfuegos hace unos años ¿y qué tenemos? (…) la misma basura de propaganda que hace 60 años (…)”.
Gallego expone que “el problema es estructural, porque la prensa está subordinada al sistema político en Cuba y eso no puede ser, porque la prensa tiene que ser el látigo del sistema político y no su oveja y porque totalitarismo y periodismo son incompatibles”.