Cuba reportó este 6 de noviembre 11 casos de coronavirus que resultan ser ciudadanos de origen ruso. El Ministerio de Salud Pública especifica que son “residentes en la isla” y se contagiaron por contacto con “extranjeros”.
¿Qué hacen 11 rusos viviendo en Ciego de Ávila? Pues los 11 supuestamente son de allí; la provincia reportó 11 casos este viernes y los 11 en el municipio Morón. Todo muy perfecto y muy raro.
Hay muchas dudas sobre la transparencia del castrismo con los datos que brinda sobre el coronavirus. Entre el secretismo propio del sistema, y el miedo a espantar a los turistas y sembrar alarma en la población, se sospecha que el régimen termina adulterando algunos datos de interés, como la procedencia real de los casos.
Por ejemplo, sobre estos 11 rusos, residentes o turistas, no podemos saberlo a ciencia cierta, queda la sospecha si no son parte del vuelo que llegó la víspera a Cayo Coco procedente de Rusia, el primero de ese país que aterriza en el polo turístico cubano tras la reapertura de octubre.
La propia agencia de noticias del régimen, Prensa Latina, lo dio a conocer. Se trata de un avión de la compañía Aigle Azur, que fue recibido con agasajos y todo el aparato sanitario para evitar la entrada de infectados con la COVID-19, pero al parecer las cosas no salieron “a pedir de boca”.
Es significativo que los 11 casos fueran reportados en el municipio Morón, donde a inicios de octubre abrieron un laboratorio para hacer las pruebas de los turistas que llegan a Cayo Coco. De ser cierto que los rusos son turistas, entonces eso de que sean “residentes” es un camuflaje.
En verdad, hay muchas dudas sobre la forma en que el régimen maneja los partes diarios sobre el coronavirus. En muchos se oculta la procedencia de los casos de coronavirus importados al país o, cuando ésta se detalla, se evita pormenorizar al respecto para no levantar suspicacias o evidenciar cómo Cuba y Venezuela intercambian tanto COVID como médicos y petróleo en estos tiempos de pandemia.
En tal sentido, entre el 24 y 25 de octubre fueron 21 los casos de coronavirus importados que el Ministerio de Salud Pública (Minsap) ha reportado como procedentes de la nación sudamericana. De acuerdo con la información oficial, todos son ciudadanos venezolanos residentes en Matanzas y 30 contactos de ellos se mantienen en observación ante la posibilidad de otros eventuales contagios.
En claro culto a la falta de transparencia y al respeto por la información pública, ni el Minsap ni ninguno de los medios oficialistas han explicado con exactitud quiénes son esos venezolanos y cuándo llegaron contagiados a la mayor de las Antillas, que apenas va saliendo de un severo rebrote que obligó a fuertes medidas restrictivas en la capital cubana por cerca de un mes.
Tampoco se han dignado a despejar otras inquietudes lógicas que se derivan del episodio, como cuántos venezolanos residen en Matanzas y en toda Cuba, por qué, y qué se hace para mitigar el evento de transmisión autóctona que ya a todas luces están protagonizando. Menos inquietudes hubiera si los contagiados fueran de los miles de colaboradores cubanos que prestan servicios bajo condiciones onerosas en Venezuela, pero incluso en esos casos, la discreción o parquedad en la información impera.