Recuerdan “El Maleconazo”, a 25 años de la protesta

Este 5 de agosto se cumplieron 25 años de la más grande protesta popular cubana en los últimos 60 años: El Maleconazo.
 

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Este 5 de agosto se cumplieron 25 años de la más grande protesta popular cubana en los últimos 60 años: El Maleconazo.

Ese día los cubanos se lanzaron a las calles próximas al Malecón gritando ¡Libertad! y ¡Abajo Fidel!, desesperados por las penurias económicas derivadas del llamado Periodo Especial. Apagones durante 12 horas consecutivas, hambre, desnutrición, y el deterioro absoluto de todos los servicios públicos llevaron a los cubanos a hacer lo que no habían hecho hasta entonces.

En la opinión de José Antonio Evora, reportero de Radio Televisión Martí, el Maleconazo “(…) debe entenderse como la respuesta más genuina y más espontánea de los cubanos al régimen”, pues ocurrió en una etapa “durante la cual el régimen perdió la subvención de la URSS y aún no tenía la de Venezuela”. De acuerdo con el periodista, la sitiación ofreció “la verdadera medida de lo que siempre habría sido Cuba bajo un castrismo obligado a valerse por sí mismo”.

Todo indica que se derivó de una operación organizada por Fidel Castro para crear otra válvula de escape como la del Mariel, y que la operación estuvo a punto de salirle mal, muy mal. A punto de costarle su dictadura”, añadió Evora a su repaso de los acontecimientos.

Ese 5 de agosto de 1994 parecía que todo se acababa”, recuerda Loipa, vecina de Malecón y Escobar, Centro Habana, en entrevista con el diario independiente 14yMedio.

Yo era enfermera en el Hospital Hermanos Ameijeiras cuando se armó todo. Amanecimos sin luz y no tenía que trabajar ese día pero había salido a buscar algo de comida porque en la casa llevábamos una semana solo con arroz y una salsa que mi madre inventaba con caña santa y orégano de la tierra”, añadió la mujer.

El sitio de noticias Cubanet recordó la fecha con los testimonios de dos extrabajadores del contingente Blas Roca— Fidelito  y El Jonni—  que aseguran haber participado en la represión de las protestas aquel viernes 5 de agosto.

 

Ese día estábamos terminando los techos de unos almacenes en la Habana del Este y llega Arnaldo [el jefe de brigada] y nos dice que dejemos todo y nos montemos en el camión […]. Nos grita que cogiéramos palos y hierros y que subamos pero no nos dice a dónde nos llevan. […] Ya sabía de qué se trataba porque cuando entré al contingente en marzo me habían hablado de ese tipo de cosas que debíamos hacer. Nos hablaban de eso en los matutinos y hasta teníamos que poner en las planillas que estábamos dispuestos, como cuando me mandaron a Angola y yo era solo un muchacho. Yo tenía una niña con la que era mi mujer en Las Tunas y dos hijos más con otra. […] Si decía que no, perdía el trabajo y no podía darme ese lujo. Los salarios eran bajos, pero la cosa estaba mejor que en otros lugares, así que tenía que hacer lo que me dijeran. […] Cogí el cabo de una pala y me subí al camión. […] Nos soltaron en San Lázaro y nos dijeron que hiciéramos un cordón y que si alguien subía por allí, le cayéramos a palazos sin más ni más. Veía un montón de gente a dos cuadras de allí en dirección al Malecón y me puse nervioso. […] Al rato, vino un tipo con un boquitoqui (walkie-talkie) a hablar con Arnaldo y entonces nos ordenaron que subiéramos hasta el hotel Duvil (Deauville). Había un grupo que gritaba ‘¡Libertad!’ y ‘¡Abajo Fidel’!; entonces Arnaldo nos gritó que le entráramos a palazos. Cuando el grupo nos vio correr, se dispersaron y los perseguimos unas cuadras. Más o menos llegando al (teatro) América, alcancé a uno, le di un palazo por las piernas y lo tiré al piso. Después llegó Arnaldo, y otros dos comenzaron a golpearlo hasta que llegó un policía para llevárselo. En la otra acera había un tipo mirando, con una cámara en la mano. No parecía cubano. El policía le gritó que se fuera porque si no la iba a pasar mal. Arnaldo también lo amenazó y entonces el tipo se echó a correr (se ríe a carcajadas)”, contó Fidelito a un reportero de Cubanet.

Por otra parte, en un artículo de opinión publicado en el diario CiberCuba, el periodista Carlos Cabrera Pérez consideró que “un cuarto de siglo después del último episodio de descontento popular, que ha intentado ser borrado por la historiografía oficial y la prensa pagada por el partido comunista, Cuba vuelve a tensionarse con conatos aislados por falta de alimentos, agua potable, electricidad y combustibles, por los derechos de artistas, homosexuales y protectores de animales; aunque el gobierno ha intentado actuar con rapidez y ha ido aliviando esos focos de tensión”.

Sobre la posibilidad de un estallido similar en la Cuba de 2019, el reportero Iván García escribió en Diario Las Américas: “Decenas de personas, disgustadas, se aglomeran en las paradas de autobuses, esperando poder abordar un ómnibus en medio del cada vez más caótico transporte urbano. Otros, casi todos jubilados y amas de casa, rastrean en los sucios anaqueles del agro, en busca de viandas y frutas.

La Habana de agosto de 2019 no se diferencia mucho de La Habana de agosto 1994. El mismo calor. Apagones más breves. La comida sigue siendo un problema. La inflación es un poco menor, no así los deseos de emigrar de un porcentaje alto de habaneros. La mayoría siente que en su patria no tiene futuro. Igual que en 1994.

Aquella gente que una mañana de agosto gritó ¡libertad y abajo Fidel!, hoy se caracteriza por su indiferencia política. Normal en las sociedades totalitarias: las personas camuflan su oposición al Gobierno con la apatía”, comentó el reportero.

 

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