La joven Kiele Cabrera, que se lanzó al campo de juego en el partido Cuba-Venezuela con un cartel anti-castrista, es hija de un balsero y descendiente de luchadores contra la dictadura de Batista, según dijo a Radio Martí.
Su padre participó en la manifestación del 5 de agosto de 1994, conocida como “el Maleconazo”, cuando miles de cubanos salieron en son de protesta a la avenida que sigue la costa de La Habana desesperados por la aguda crisis económica del momento. Ese mismo año, su padre se fugó en una balsa.
Cabrera proviene de una familia con tradición de lucha, su abuela sindicalista de Plantas Eléctricas se pronunció en contra del gobierno de Fulgencio Batista y luego contra Fidel Castro, su abuelo Martín Marrero exhibe igual trayectoria.
Dijo no arrepentirse de lo que hizo el 31 de mayo al interrumpir con el cartel donde se leía la consigna “libertad para Cuba” el juego entre las selecciones de béisbol de Cuba y Venezuela.
“Free Cuba”, fue el mensaje que llevó Kiele, en un cartel que además presentaba una mano con unas esposas. La policía local retiró del terreno de juego a la joven, pero sus imágenes se hicieron virales y el episodio es el más promocionado de una jornada donde hubo otras protestas contra en el mismo escenario deportivo.
Luego de que la dejaran libre, el reportero Javier Díaz, periodista del canal Univision 23, la entrevistó y publicó en sus redes sociales algunas de las declaraciones.
“Pensé unos días atrás que algo así pasó en el juego del 99 de los Orioles contra Cuba, y siento que esa fue la única manera para coger la atención que necesitamos para hablar de todas las cosas que están pasando en Cuba, todas las injusticias que se cometen”, explicó la chica de 23 años sobre sus razones para la protesta.
“Vi que alguien estaba yendo por una pelota y algo en mi mente dijo: 'ahora es el momento, vete a correr'. Y empecé a correr… Seguía y no miré para atrás”, dijo todavía emocionada por el gesto.
Definió la reacción de los peloteros, tanto cubanos como venezolanos, como de “sorprendidos”. Creyó posible que alguien la golpeara, por “todo el trauma que hemos pasado como exiliados”, pero lo que vio fue más bien “aceptación” en sus rostros.
“Algunos estaban emocionados, había dos peloteros venezolanos emocionados. Yo sé que estaban conmigo en el mensaje que yo estaba dando al público”, asegura Kiele.
La joven también mandó un mensaje a los cubanos de la isla: “no tengan miedo, porgue tienen nada más que una sola vida y tenemos que vivir con coraje y honestidad, y tenemos que hablar la verdad de lo que está pasando en nuestro país”.