Primer ministro chequea producción de hortalizas en Santa Clara, otra muestra de que la economía cubana es un chiste

En medio de la escasez de alimentos generalizada, el primer ministro del régimen recorrió un organopónico santaclareño que "garantizará" la ensalada de fin de año y dio consejos de como elevar la producción. Otro chiste oficialista, de esos que nunca dejarán "levantar cabeza"
El primer ministro cubano, Manuel Marrero Cruz, en el organopónico La Riviera, en Santa Clara (Foto: Carolina Vilches Monzón/Vanguardia)
 

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Desde tiempos inmemoriales o, mejor dicho, desde su llegada al poder en 1959, los líderes “revolucionarios” cubanos se han preocupado por mostrarse al tanto de todo lo que se hace y produce en la isla en la inmensamente larga travesía de construcción del socialismo, ese que nunca llega para cumplir con todas las promesas de bienestar económico contraídas.

Es como una tradición a la que ningún cuadro del Partido Comunista y único de Cuba puede renunciar, aún y cuando en apego estricto a la realidad en el país se produzca muy poco y siempre en cantidades insuficientes para responder a la demanda de un pueblo necesitado que ansía poder elegir qué comer y no tener que agradecer gestos y subsidios del gobierno.

Fiel a ese estilo, el flamante primer ministro del régimen, Manuel Marrero Cruz, se dejó ver por Santa Clara chequeando la producción de hortalizas de un organopónico. Con él y el presidente designado, Miguel Díaz-Canel, formalmente se materializa un cambio generacional en la cúpula del poder político en Cuba.

Sin embargo, la realidad política de la isla y las acciones de ambos “cuadros”, como tan importante chequeo, evidencian que no cambia nada y todo sigue igual. 

Pero ellos no han mentido. Con sus lemas y eslóganes de “somos continuidad” garantizan que, aunque parezcan más jóvenes, en Cuba se seguirá produciendo poco para que escasee todo y los dirigentes puedan recorrer la isla en todo su ancho y largo sin mayores dificultades.

Habrá siempre pocas obras, objetivos económicos y cumplimientos de planes y producciones que constatar, recorrer, chequear, visitar y un amplio etcétera. De esa forma se mantendrá la tradición, que al final no llevará más alimentos a las mesas de los cubanos y riquezas a sus hogares, pero al menos sí garantizará entretenimiento con noticias sosas en los medios supuestamente informativos del oficialismo.

Del recorrido de Marrero dio cuenta esta vez el medio provincial villaclareño Vanguardia, que pomposamente sintetizó que durante la visita gubernamental a Villa Clara, el primer ministro cubano “continuó el chequeo de la producción de alimentos con la visita al organopónico La Riviera”.

Al parecer es tal la importancia de La Riviera para resolver los problemas de escasez de alimentos en Cuba, que el medio oficialista consideró importante consignar que Yoel Pedroso Navarro, director de la UEB hortícola Santa Clara, “detalló al dirigente la recuperación del sistema de riego en el huerto y la reciente campaña de siembra de hortalizas para garantizar a los vecinos de la comunidad la ensalada del fin de año”.

En fin, todo un despropósito surrealista. Es como si con esa ensalada de fin de año pudieran compensarse todas las carencias alimenticias que han sufrido los cubanos por años, más aún en este de pandemia, que ha tensado sobremanera la estrechez e incapacidad de una economía estatalmente controlada y limitada.

Buen sabedor de cuestiones agrícolas y productivas, pese a sus orígenes militares y sus años como ministro de Turismo, Marrero Cruz fue informado de que La Riviera enfrentaba problemas con la fuerza de trabajo, pues sólo laboran ocho de los 15 hombres que necesita la planta para producir a cabalidad, y en tal sentido “enfatizó la necesidad de incrementar el estímulo salarial, en correspondencia con las condiciones de trabajo en el campo”.

Todo un culto al cinismo, cuando son precisamente las políticas decididas por la cúpula de la que él se supone forma parte las que impiden que en Cuba el salario responda al trabajo ofrecido por cada cubano y permita vivir dignamente.

“El Primer ministro se interesó por los avances del Programa de Agricultura Urbana, Suburbana y Familiar e indagó sobre la posibilidad de incrementar la cría de pollos en los patios de Santa Clara. Igualmente, recalcó la importancia de no detener la producción y aprovechar todo pedazo de tierra para cultivar alimentos”, agregó el Vanguardia para redondear la imagen de dirigente preocupado por la agricultura de Marrero, aunque su físico no sugiere tenga problemas para consumir hortalizas y otro tipo de alimentos a diario.

Lo que parecen no entender ni los medios oficialistas ni los dirigentes continuadores de tan insulsa tradición, mala no por sí misma, sino por el hecho de nunca traducirse en crecimiento y desarrollo verificables por todos, es que hechos como la visita del primer ministro a un organopónico terminan siendo sólo una muestra de que la economía cubana es un chiste, de mal gusto para colmo.

Casualmente, en paralelo al recorrido de Marrero, en un agro de La Habana el tomate y el ají se están vendiendo a 50 y 60 pesos por libra, respectivamente. Precios muy distantes del salario medio del cubano que, sumados a la crisis y la escasez, hacen que todas las acciones gubernamentales sin resultados inmediatos sólo generen más incomodidad, desgaste e incertidumbre sobre el futuro de la isla.

 

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