Verónica Vega, activista por los derechos de los animales en Cuba, denunció este fin de semana el cierre de la clínica veterinaria ubicada en la avenida Salvador Allende, conocida popularmente como Carlos III, en La Habana.
“Desde que me levanté hoy, he caído en un vértigo de malas noticias. La penúltima fue que la clínica veterinaria estatal de Carlos III, en Centro Habana, cerró por el Covid”, expresó en su perfil de Facebook.
La también escritora, señaló que el cierre se produjo “justo después que se aprobara un decreto que criminaliza el ejercicio de la medicina veterinaria por cuenta propia, o sea, es una emboscada para l@s animalistas y una sentencia de muerte para los animalitos”.
Vega aladió que “una nube de tormenta se cierne sobre Cuba, pero la pregunta crucial es qué nos falta para acabar de unirnos y producir un cambio. ¿O es que preferimos seguir en el infierno?”
La clínica veterinaria “José Luis Callejas Ochoa”, fue fundada en 1906 y reinaugurada en el 2017, luego de una reparación general.
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El viernes de la semana anterior, fue noticia que 164 médicos veterinarios y zootécnicos cubanos firmaron una declaración exigiendo al régimen de la isla que los reconozca como trabajadores privados.
La misiva, publicada por el animalista Javier Larrea, está dirigida a la Asamblea Nacional del Poder Popular, Consejo de Ministros, Consejo de Estado, Ministerio de la Agricultura (MINAG) y Asociación Cubana de Medicina Veterinaria.
Denunciaron que en la Gaceta Oficial Ordinaria No. 11, de 29 de enero de 2021, el Decreto 20/2020, en el artículo 5, inciso v, respecto a la prohibición del ejercicio de la profesión veterinaria por cuenta propia, “estipula, además, una de las sanciones más graves de las dispuestas”.
“Esto ha generado una gran preocupación social, especialmente entre las familias cubanas que cuentan, entre sus miembros, con animales afectivos, las cuales son, probablemente, la mayoría. ¿Por qué? Porque la experiencia ha demostrado que el Estado no cuenta con los recursos necesarios para brindar servicios veterinarios de calidad ni está en condiciones de satisfacer todos los que la población cubana demanda”.
En el documento se menciona también la clínica de Carlos III, ahora cerrada, porque como otros establecimientos estatales no tiene “un abastecimiento constante de medicamentos, ni especializados ni sustitutos, ni tampoco [cuenta] con el equipo requerido para llevar a cabo el trabajo…”.